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Frutika apuesta por la sustentabilidad

Graciela Murano / 25/03/2019

La producción orgánica no es una práctica nueva para Frutika, principal empresa del Grupo Kress. Frutika, que desde 1997 se dedica a industrializar jugos de frutas naturales y concentrados, dio su primer paso en la producción ecosustentable hace más de 15 años, cuando Beate de Kress, cofundadora de la compañía llevó sus productos órganicos a Europa donde no encontró la receptividad que esperada en el incipiente nicho de orgánicos del momento. Al mercado europeo le gustó el producto pero no estaban dispuestos a pagar los precios que requeríamos y abandonamos el proyecto, recuerda Cristina Kress, hija de Beate y Heinfried Kress, actual directora ejecutiva de la empresa y socia del Club de Ejecutivos.

La demanda de productos orgánicos pronto se convertiría en una fuerte tendencia mundial y Frutika decidió volver a intentarlo. Hace 5 años retomamos el proyecto porque hoy ya existe un público para este tipo de productos, explica.

Vimos la necesidad de apostar a la producción orgánica porque, por un lado los pequeños productores tienen mucha competencia en otros cultivos, como la yerba, el sésamo, la chia; y por el otro lado, la producción de naranja está muy sometida a Brasil, que al ser monopolio, dicta los precios.

Grupo Kress entiende la importancia de cuidar el medio ambiente a través de una sinergia entre la producción y el ecosistema, que garantice un futuro sustentable.

Para captar el interés de los productores locales era necesario proponerles un medio de producción que les garantizara ingresos rentables, y ahí encajaba perfectamente el cultivo orgánico.

"Se está poniendo muy caro hacerlo de manera convencional, por la competencia, el flete, los impuestos, entre otras cosas. La producción orgánica es una solución rentable para los pequeños productores y es sustentable en el tiempo." 

El consumidor final paga un 30% más por los productos de certificación orgánica. En mercados donde hay mayor concientización, el cliente llega a pagar hasta un 100% más por alimentos que tengan el sello de libre de agroquímicos, explica Cristina Kress.

Para Frutika, este modelo de producción se encuentra en amplio desenvolvimiento.

El 30% de la producción cítrica de Frutika ya es orgánica, y se prevé que llegue al 80% en los próximos 10 años. Actualmente en citricultura, el 100% de su materia prima orgánica es de pequeños productores que tienen fincas separadas, como dicta la normativa. Pero la empresa planea complementar con producción propia, para no depender exclusivamente de terceros.

En el resto de los cultivos el 10% es producción orgánica y el plan es ir creciendo en un porcentaje de 5% anual. No es sencillo, dice Cristina, en todos los cultivos el resultado se ve solamente al final. Vos enviás el grano o la fruta para analizar y si cometiste un error, por más pequeño que sea, y sale pestificada, toda esa cosecha se pierde y debe venderse como convencional, lo cual arroja grandes pérdidas. Pero seguimos adelante y ahora, gracias al apoyo de la Cooperación Alemana de Desarrollo (GIZ), tenemos la idea de aumentar la producción orgánica con 100 productores y unas 200 hectáreas adicionales, exclusivas para este tipo de cultivos.

Hay que apoyar a las escuelas que forman personas criteriosas y con conocimiento técnico, lo que más hace falta en el país.

Aporte social

Además de promover sustento digno y rentable para la comunidad de Kressburgo (4.000 habitantes), Frutika invirtió U$D 1.000.000 en el año 2016 en la escuela local fundada hace 25 años por Heinfried Wolfgang Kress, que ahora lleva su nombre.

La escuela, famosa por su enseñanza de los idiomas inglés y alemán, es la primera de la región que se ha integrado a la Liga Nacional de la Academia de Robótica de Carnegie Mellon University y Vex Robotics. En 2017, la escuela logró el tercer puesto en el Ranking Nacional de Campeonatos de Robótica y en 2018 logró el primer puesto lo cual los llevó a competir en EE.UU.

A partir de 2020, la institución incluirá el bachillerato técnico en Agromecatrónica, pensado para formar mano de obra joven calificada para dentro de unos años.

La producción orgánica es una solución rentable para los pequeños productores y también es sustentable en el tiempo.

Nosotros creemos que dándoles recursos a los jóvenes, muchos florecen. Los chicos del campo tienen el mismo potencial que los estudiantes de la capital, solo necesitan una oportunidad, opina Cristina.

El colegio tiene capacidad para 300 alumnos y se financia en un 30% a través de las cuotas que pagan los padres de los estudiantes y el restante 70% a través de la donación de Frutika y otras empresas.

El 90% del presupuesto anual de la institución, que ronda los 150 mil dólares, es para salarios de profesores que traemos de afuera. Afortunadamente, otras empresas se han sumado al proyecto y esperamos que cada día sean más, resalta Cristina. Es muy importante apoyar a escuelas que promueven el trabajo de análisis e ingeniería que estén comprometidas con la formación de personas criteriosas y con conocimientos técnicos, que es lo que más hace falta en nuestro país.

El nuevo predio de la institución que ha sido construido por la empresa CN Construcciones SA, fue concebido a partir de una visión de sustentabilidad. Los materiales utilizados, la arquitectura y la distribución de los espacios, responden a la filosofía de enseñar a los niños y jóvenes a cuidar el medio ambiente y cómo aprovechar con consciencia los recursos naturales. Tan es así que, entre otras cosas, la escuela utiliza por ejemplo, sillas, mesas y estanterías que son fabricadas a partir de envases reciclados que fueron donados por la empresa Tetra Pak, finaliza Cristina Kress.