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¿Pandemia o sindemia?

Sandra Zandona / 02/07/2021

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¿A qué nos enfrentamos realmente con el COVID-19?

Cada vez más científicos afirman que la situación que estamos viviendo hoy con el SARS-CoV-2 no debería tratarse como pandemia, sino como una sindemia. Este término nace de la unión de dos conceptos, sinergia y pandemia. Se refiere a la suma de dos o más brotes de enfermedades de manera secuencial o concurrente, que interactúan y terminan causando un daño mucho mayor. Es decir, el mayor daño del coronavirus no es el COVID-19, sino el COVID-19 agravado por otras circunstancias que rodean a la persona que ha contraído la enfermedad: desde las enfermedades de base y comorbilidades hasta las circunstancias socioeconómicas en las que vive.

Sindemias anteriores 

Esta no es la primera vez que estamos ante una sindemia. Un ejemplo claro es la sindemia de obesidad + desnutrición + cambio climático. Parece una contradicción de buenas a primeras ¿verdad?, pero lo cierto es que la manera en que nos alimentamos hoy en día causa malnutrición, sea obesidad o desnutrición —según el lugar y las condiciones sociales y económicas—. 

A su vez, este mismo sistema de producción de alimentos genera gran parte de los gases de efecto invernadero que causan el cambio climático. Sí, el mismo que arruina cosechas y deja sin alimentos a personas que dependían netamente de su propia producción. Se nota ya el “círculo vicioso” y cómo una condición afecta y retroalimenta a la otra. En este sentido, las acciones orientadas a cambiar los sistemas de producción contribuirán a solucionar en parte los problemas de malnutrición y viceversa. Este sería un enfoque sindémico para solucionar el problema. 

Como odontóloga, me toca contemplar panoramas así todo el tiempo. La salud bucodental de una persona no puede verse como consecuencia de sus hábitos de higiene, solamente. También de factores como la alimentación, la salud mental (las personas con depresión muestran menor adherencia a tratamientos de salud propuestos), el estrés, el acceso a medicamentos, etc. 

Si pretendiera solucionar el problema puntual de cada paciente con un simple tratamiento de una vez y no contemplara los factores que garantizan un tratamiento exitoso, ¿de qué serviría tanto esfuerzo y recursos invertidos?

¿En qué cambia la solución desde el punto de vista de la sindemia? 

Enfrentar al COVID-19 desde la perspectiva de la sindemia nos permite fijarnos no solo en la enfermedad, sino también en el contexto de las personas. Las sindemias no son causa del virus solamente, sino de la combinación de otros factores como: pobreza, inequidad en el acceso a medicamentos, estrés, violencia en los núcleos familiares, mala gestión de la salud pública. 

Esto implica que no importa cuán efectiva sea la vacuna o los tratamientos propuestos: la lucha contra el COVID-19 fracasará si no tenemos en cuenta también los otros factores que forman parte de este combo. 

Tenemos que abordar de igual manera la diabetes, las enfermedades cardiovasculares, las respiratorias, la obesidad... (sí, esas enfermedades no transmisibles que solo son un tema en la agenda de países mucho más ricos). 

Los problemas sociales no se resuelven con más médicos, más medicamentos o más hospitales. Se resuelven desde las políticas públicas que disminuyan la inequidad en el acceso a ellas. 

Sí, esta puede ser una opinión polémica, pero es infantil creer que vacunados estaremos protegidos de este virus. No es por polarizar, ni pasarnos al bando de los negacionistas de esta realidad. Es entender que, vacunados o no, también debemos tratar otros factores endémicos y otras realidades sociales que afectan la salud de las personas.

¿Y si empezamos a llamar a las cosas por su nombre? 

Elegir la palabra adecuada para denominar la situación que estamos viviendo hoy es importante. Las palabras nos traen a la mente ideas, conceptos, entendimiento. Si hablamos de sindemia en vez de pandemia, estamos enfatizando factores que van mucho más allá de las cuestiones médicas o biológicas. Nos hace pensar, necesariamente, en todo el contexto que rodea a esta enfermedad. Para evitar futuras sindemias necesitamos solucionar problemas mucho más profundos y complejos que un virus. Necesitamos alejarnos del pensamiento reduccionista y hacer frente a la realidad que intentamos evitar a toda costa. Hoy, más que nunca, nos encontramos en la situación ideal para hacerlo. Nunca antes fuimos tan conscientes de nuestros propios límites, de nuestra vulnerabilidad como seres humanos. 

Esto nos confirma, incluso, que a pesar de lo eficaz que sea la vacuna, ya no existe un “volver a la normalidad”. Si seguimos haciendo caso omiso a enfermedades como la hipertensión, diabetes, malnutrición y otras no transmisibles, si seguimos ignorando que las políticas públicas hoy día no responden a las necesidades que tienen las personas (ricas y pobres), ¿cuánto tiempo pasará hasta que una nueva sindemia vuelva otra vez a agitar nuestro mundo? 

Los tratamientos y vacunas son evidentemente importantes. Pero también es fundamental llevar a cabo actuaciones para corregir los factores sociales, económicos y ecológicos que amplifican el efecto de estas enfermedades. 

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