Soledad Nuñez

Nora Vega / 08/10/2018

Al principio poca gente creyó en la mujer que se había convertido en la ministra más joven del gabinete del Poder Ejecutivo. Soledad Núñez tenía 31 años cuando asumió. Las cifras de las Administraciones anteriores sumaban 1.000 viviendas construidas. Pero ella dejó una cartera con 37.000 viviendas: 30.000 terminadas (o con más de 95% de avance) y 7.000 en ejecución. El total de la inversión de su período ronda los 2,5 billones de guaraníes.

Cuando Soledad Núñez llegó a la Senavitat se encontró con un panorama desierto. Su primer objetivo fue construir 10.000 viviendas. “Para mí, esa primera meta fue muy importante porque nos desafió como equipo obligándonos a salir de nuestra zona de confort. También fue un desafío para todos como sociedad. Yo era una de las miles de jóvenes que tenía mucho escepticismo en torno al sector público, realmente yo creía que las cosas no se podían cambiar. Siempre estuve desde las graderías, criticando y señalando”.

Sin embargo haber militado en una organización de la sociedad civil y haber trabajado activamente en un plano horizontal con miles de familias de los asentamientos de todo el país en Techo (ONG presente en Latinoamérica y Caribe que busca superar la situación de pobreza en la que viven miles de personas en asentamientos precarios) le dió la capacidad y el conocimiento de las personas y los lugares que necesitaban atención, y cuando comenzó en la Senavitat, sabía muy bien a dónde ir. Así fue como logró optimizar una gran cantidad de recursos.

“Los programas públicos de viviendas siempre fueron muy clientelares; se daba vivienda a gente que no necesitaba. Es decir, las políticas públicas estaban mal focalizadas. El trabajo que realicé en Techo me ayudó a tomar decisiones rápidas”, rescata.

A las 12 de la noche, ella misma seguía respondiendo los mensajes de las personas en Twitter. Quería dejar en claro que ella no era una autoridad de escritorio. Durante todo el tiempo estuvo conectada a la ciudadanía a través de las redes sociales.

Rastrilló Paraguay de norte a sur, de este a oeste. Corroboró personalmente cada obra. Casa por casa. “Me queda la tranquilad de saber que nosotros dimos todo lo que podíamos dar en esta etapa”, reflexiona. “Soy una persona con una energía tal, que ni yo misma sé de dónde sale. No le tengo miedo al trabajo”.

Un factor que también influyó en su administración fue el hecho de no ser una figura política. Desde el minuto cero, Soledad Núñez trabajó en la Senavitat con un norte claro, sin mirar hacia los costados, sin buscar votos. Con una firme convicción de cambio, y a cargo de 700 funcionarios.



¿Hay algo que no pudiste hacer y hubieras querido terminar durante tu paso por la cartera de Estado?
¡Miles de cosas! Soy una persona exigente conmigo misma y con mis equipos. Siempre pongo metas muy altas porque sé la capacidad que tenemos. No me gustan las metas mediocres y conformistas. Cuando llegué a la institución, el manejo era solo en papel y nosotros apostamos por la informatización. Me hubiera gustado implementar el sistema de digitalización que dejamos como legado a la nueva Administración. También el proyecto del complejo Mariano R. Alonso, la mayor obra urbana en términos locales. Dejamos todo listo para ejecutar, aunque mi deseo era dejar la obra en marcha.


¿Cuál es tu mayor sueño como paraguaya?
Mi sueño es que nosotros podamos hacer de nuestro país un lugar digno para todos los paraguayos, y estoy convencida que se puede. Esta generación de jóvenes tiene que tomar las riendas y liderar el proceso para que pueda generarse la transformación en todos los ámbitos.


De todas formas, dejaste la vara muy alta al nuevo equipo.
Uno no puede negar el avance significativo que tuvo Paraguay en los programas de vivienda social, que es inédito. La gente no conocía Senavitat. En términos institucionales mejoramos bastante, si bien no es una institución perfecta se encuentra en fase de consolidación. Hoy la Secretaría es una institución que da respuesta a la gente. El desafío para la siguiente Administración será crecer aún más en base a los cimientos que dejamos.


El nuevo Gobierno se ha puesto como meta 60.000 a 80.000 viviendas. ¿Decís que lo van a lograr?
Las condiciones están dadas para que en los próximos cinco años se generen entre 60.000 y 80.000 soluciones habitacionales. Depende de una rápida gestión, no solamente administrando los recursos disponibles, sino creando también fuentes de financiamiento para los programas de vivienda social y viviendas para el sector de ingresos medios, que tiene que ser el siguiente segmento de la población al que las políticas públicas deben orientarse para dar soluciones.


¿De dónde sacás tanta energía?
De mi motivación por ayudar al otro. En estos años, si bien hubo momentos difíciles, nunca dudé de lo que estábamos haciendo, y siempre puse en 1er lugar el desafío de transformar la gestión pública, trasmitiendo un mensaje de esperanza. Se pueden hacer bien las cosas en Paraguay. La gente me pregunta ¿estás satisfecha con el trabajo realizado?, pero la satisfacción es difícil cuando sabemos que todavía hay demasiado por hacer.


¿Dimensionás el apoyo que tenés de la ciudadanía?
Acabo de volver de una charla que di en Pilar y justamente les decía a los jóvenes que se acercaron, que todas esas palabras de aliento que uno recibe valen muchísimo. Estar cerca de la ciudadanía me ayudó a enfrentar momentos que no fueron fáciles, porque yo sentía que había un compromiso muy grande con toda la gente que depositaba su confianza en mí todos los días.


¿En algún momento quisiste tirar la toalla?

La gestión pública no es fácil y uno está superexpuesto. Hay cosas que no entran en mi esquema mental. No puedo entender cómo opera una mente que quiere generar daño a un país. Estando en un cargo público uno se enfrenta muchas veces a ese tipo de fuerzas y aparecen los enemigos. Pero nos mantuvimos firmes, porque en todos estos años la única prioridad fue administrar de manera correcta los recursos públicos, mejorando las condiciones de muchas familias paraguayas.