Yan Speranza, Presidente del Club de Ejecutivos.
El desarrollo, desde su concepción más amplia, integral e inclusiva, es algo complejo de alcanzar y lleva tiempo, pero es posible.
No existe un modelo único y copiable para todos los países. No obstante, sí podemos identificar algunos patrones interesantes en aquellas sociedades que han logrado avanzar hacia un mayor grado de desarrollo.
En primer lugar, son necesarias algunas buenas ideas traducidas a políticas públicas y líneas estratégicas de acción, adecuadas a la realidad y al contexto histórico y socio-cultural de cada país.
Esto en democracia implica la discusión y análisis inteligentes de diferentes ideas, apelando a la ciencia para que nos otorgue evidencias sobre las cuestiones que se debaten, aprendiendo de las mejores prácticas existentes y tomando finalmente las mejores decisiones posibles para convertirlas en políticas públicas.
Todo lo cual no puede quedar solo en manos del gobierno de turno y se necesitan cada vez más espacios multisectoriales público-privados, en donde se construyan en conjunto las políticas más adecuadas en cada sector.
En segundo lugar, se necesita acordar políticamente la implementación sistemática y disciplinada de aquellas políticas claves. Es decir, necesitamos convertir las buenas ideas en programas concretos, brindándole los recursos y las capacidades necesarias para su desarrollo y, por sobre todo, se necesita mantener estas políticas y programas en el tiempo; eso que solemos denominar políticas de Estado, pues perduran a través de gobiernos sucesivos y es ahí donde se producen los verdaderos cambios.
Esto implica una tremenda capacidad de gestión política al más alto nivel, ya que se trata de articular esos acuerdos políticos básicos sobre aquellos temas cruciales para el desarrollo. Para el efecto, una clase política madura ayuda mucho, pero de igual manera gestionar todo esto es probablemente la función más importante del presidente de la República y de los principales líderes políticos de los partidos.
En tercer lugar, entra a jugar la burocracia estatal que debe ser eficiente y tener la capacidad de implementar y llevar adelante sostenidamente las políticas y programas. Es la función gerencial que debe activarse para lograr resultados concretos, no solo esfuerzos desordenados y de poco impacto real.
Para esto último, cada gobierno debe activar mecanismos modernos de monitoreo y control, también desde el más alto nivel enfocado en ciertos temas claves que merecen un seguimiento cercano y orientado siempre a resultados concretos.
En nuestro país, creo que estamos siendo capaces de generar buenas ideas en varios temas y lo estamos haciendo de manera participativa. Grupos de trabajo como el de Transformación Educativa u otras comisiones público-privadas que se van formando representan una buena práctica que debemos seguir reforzando.
Sin embargo, cuando se trata de pasar al siguiente nivel de acordar políticamente algunos temas claves que apunten al desarrollo, las cosas se complican terriblemente y más bien estamos viendo comportamientos y decisiones de los líderes políticos que nos llevan a contramano del desarrollo, poniéndolo en serio riesgo.
Decisiones recientes del Parlamento, como bajar la edad para la jubilación en ciertos sectores --totalmente en contracción a la realidad posible para cualquier país hoy en día-- o tantas otras vinculadas la mayoría de las veces a una pésima calidad del gasto público, son un claro patrón anti-desarrollo.
Y finalmente, tenemos también un problema muy serio en el nivel de ejecución. El tremendo esfuerzo que hacemos en estructurar determinadas reformas que incluso logramos acordar políticamente, puede verse totalmente afectado en cuanto a resultados concretos, por la preocupante falta de capacidad de gestión que tiene gran parte de la administración pública.
Y no olvidemos que toda esta lógica de los patrones mencionados está transversalmente cortada por una ciudadanía mucho más impaciente, demandante y exigente, que solo va a aumentar.
Los líderes de los diferentes sectores deben enfocarse mucho más seriamente en el desarrollo.
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