Por Rodrigo Arturi, socio del Club de Ejecutivos.
Sin duda esta crisis sanitaria nos ha golpeado y enseñado “a la fuerza” la fragilidad de nuestros sistemas. Y, por sobre todo, la vulnerabilidad de nuestros sistemas de gestión.
Esta crisis económica, provocada por la crisis sanitaria, debe impulsarnos a conocer como nuestros sistemas de gestión están preparados para sobrevenir a cambios tan radicales y profundos en nuestro entorno. En efecto, evidencian empresas con equipos reducidos, desmoralizados, marcas que no se encontraban completamente posicionadas, carteras de clientes poco estables y un conjunto de múltiples factores que dificultan el avanzar en tiempos tan difíciles.
Una de las “trampas” que nos ha puesto la pandemia radica en el pensamiento de que el problema se resolvería en un corto plazo. Pensamos que, para enero del 2021 se resolvería el problema del COVID, que las vacunas serían una solución inmediata y que llegarían, entre muchos otros más. Sin embargo, el tiempo avanza, los tejidos sociales se debilitan y, por consiguiente, la economía se restringe y las empresas también. Especialistas indican que la economía estará normalizada recién en el segundo semestre del 2023.
Las compañías que se encuentran con un capital operativo muy restringido, con ventas que no logran estabilizarse y que están trabajando a pérdidas o muy próximo a hacerlo, se encuentran con graves problemas de gestión. En este momento, el líder de la organización más que nunca debe guiar a la misma a transitar en estos tiempos inciertos y ambiguos. Tu equipo no confía su esperanza en vos, vos sos la esperanza de ellos. Por tal motivo, lo que comuniques y como lo comuniques marcará la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Las empresas que se encuentran en una mejor posición, en términos de sus indicadores, deberían invitar al management de su empresa a pensar en los cambios que, en la conducta del consumidor, quedarán de manera permanente y de qué manera la fortaleza de marca y financiera actual le permitirán innovar en el negocio y ser el líder en su categoría. Sin duda que el gran “vencedor” (si existe alguno en este momento tan negativo), es la necesidad de una estrategia basada en la omnicanalidad. Los sistemas tecnológicos, los cambios en el modo de informarse, los prosumidores como grandes agentes de influencia y los hábitos de compra, hacen que el desafío en la gestión se transforme en el desafío estratégico y central de este año.
Esta crisis ha puesto a todas las organizaciones a prueba. Es el momento de utilizar todas nuestras herramientas de gestión y de adquirir antes que otros las habilidades para innovar y sorprender al consumidor. Hoy estamos en una era en la cual ganará el de la gestión más rápida, no la empresa con mayor tamaño. El poder se centra en cómo gestionar el futuro y no en cómo gestionamos el pasado.
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