Por Gabriela Teasdale, socia del Club de Ejecutivos.
Estamos finalizando un año complejo y desafiante para todos. Yo lo llamaría el año de la resiliencia, esa palabra que se ha puesto tan en boga últimamente pero que abarca tanto de lo que transitamos y sentimos en el periodo que siguió al inicio de la pandemia. El año pasado arrancó con un temor generalizado que continuó con tristeza, desazón y mucha incertidumbre respecto al futuro. Pero en este que está por concluir aprendimos a ser resilientes. A resistir los embates, a poner el doble de esfuerzo y aferrarnos a todo lo que nos hacía bien para salir adelante.
Hubo una historia de vida que me impactó y resume lo que miles de personas y familias pasaron en esta etapa. Un estudiante de coaching, joven, profesional y con un currículum impresionante se quedó sin trabajo cuando en su empresa decidieron reducir personal para enfrentar mejor la crisis de los últimos meses.
En ese tiempo, su mamá se enfermó y junto con su entorno tuvieron que afrontar los gastos que significó su internación y recuperación. Él estaba devastado porque la vida que había vivido cambió drásticamente de la noche a la mañana. Empezó a tener problemas estomacales y no podía dormir bien, todo producto del estrés del momento.
Un día repasamos las opciones que tenía sobre la mesa: dejarse llevar por la angustia hacia un camino cada vez más oscuro o trazar un nuevo plan, imprimir una nueva huella. Y poco a poco fue interiorizando los cambios y entendiendo que la derrota no era una opción. Organizó un plan financiero para los gastos de su madre y emprendió un negocio gastronómico con su familia. Puso toda la carne en el asador a sabiendas del riesgo que todo ello implicaba. Trabajó arduamente y entonces comenzó a recuperarse. Su determinación y persistencia, además de ponerme muy orgullosa, me hicieron reflexionar sobre cómo somos capaces de enfrentar las adversidades cuando tenemos un propósito de vida.
Por eso, si estás pasando un momento difícil, acordate que las situaciones adversas pueden ser temporales y que es posible trabajar para encaminar tu vida hacia donde la quieras llevar.
Existen y siempre existirán opiniones exteriores negativas, eso es algo que no podemos controlar, pero sí la manera en que nos afectan. Es probable que tengas tropiezos, siempre los hay. Pero la esperanza y la fe definitivamente marcan la diferencia en ese viaje. Antoine de Saint-Exupéry, el famoso autor de El Principito, decía: “Lo que embellece al desierto es que en alguna parte esconde un pozo de agua”.
Soñemos con ese momento en el que todos estaremos mejor y sentaremos las bases para que el 2022 sea el año de la recuperación.
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