Del control a la confianza


Publicado en: Última Hora
Publicado el: 01-07-25
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RETO CULTURAL PARA LLEGAR LEJOS

Del control a la confianza

Por Blanca Britez, Directora del Club de Ejecutivos


Cuando una empresa ya es exitosa, innovadora o rentable, el siguiente gran salto no está en los números ni en los procesos: está en su cultura.

Muchas empresas en Paraguay —y en la región— han alcanzado niveles admirables de eficiencia, rentabilidad o posicionamiento. Han invertido en tecnología, formado talento,  superado crisis y se han ganado un lugar respetado en su industria.

Sin embargo, hay una barrera invisible que frena su evolución. Y es la cultura organizacional que sigue anclada en el control.

Ese modelo —jerárquico, rígido, centrado en normas y estructuras— fue necesario en etapas iniciales de crecimiento.

Pero cuando las empresas alcanzan cierta madurez, continuar bajo ese mismo paradigma comienza a ser un límite, no una fortaleza.

Hoy las empresas más admiradas y resilientes no son las más grandes ni las más tecnológicas: son las que han cultivado culturas de confianza.

Empresas donde la gente puede tomar decisiones, equivocarse, innovar, colaborar y hablar con transparencia.

La confianza no es ingenuidad. Es liderazgo consciente, es claridad en los principios, y es coherencia entre lo que decimos y lo que hacemos. Una cultura de confianza potencia el talento, acelera la ejecución y construye lealtad, adentro y afuera.

Transformar la cultura implica cambiar cómo trabajamos y cómo nos relacionamos. Requiere dejar atrás ciertos automatismos del control: reuniones interminables, burocracia innecesaria, miedo al error, o la obsesión por controlar cada detalle.

Cuando una empresa ya es competente en procesos y estrategia, su verdadero cuello de botella es cultural. Si no se habilita la confianza, el talento se frustra, la innovación se estanca y las oportunidades se pierden.

No hay transformación cultural sin una transformación del liderazgo. Los líderes deben pasar de dirigir personas a empoderarlas. De controlar tareas a facilitar contextos. De exigir resultados a construir significado.

En nuestro país tenemos que comprender que esto no significa renunciar a la disciplina o a los objetivos. Significa sumar una nueva capa de humanidad, propósito y escucha. El liderazgo basado en la confianza no es más blando: es más profundo.

Construir una cultura de confianza no es un gesto simpático. Es una decisión estratégica. Porque en un entorno donde todo cambia —tecnología, talento, consumidores, clima— lo único que puede sostener una organización en el tiempo es su cultura.


Las empresas que se animan a este cambio son las que trascienden. No solo crecen. Inspiran.

En el Paraguay nos hace falta reinventar y consolidar la confianza. Factor fundamental no solo en la relación de la ciudadanía con el gobierno, donde la confianza legitima su gestión. Igual con la empresa, instituir y mantener ese valor humano y social es determinante.

Y a ese efecto, hay que sumar a los cambios tecnológicos y las innovaciones que se requieren, la cultura –como modo de ser y de actuar—de la confianza. La misma que, a su vez, procede de la honestidad, capacidad y transparencia.  Categorías de las cuales hablamos siempre. Pero el reto es asumir e introyectar sistemáticamente este desafió hoy ineludible. Para crecer, avanzar hacia la sostenibilidad necesaria y desarrollar exponencialmente las empresas y el país en general.

Se puede, y está demostrado que el trabajo interdisciplinario, en equipo y con ideas, conocimientos y voluntades compartidos, el progreso es posible. A condición, claro está, que la cultura de la confianza se imponga y se gana cada día. Pues una sociedad, como la nuestra, necesita vivir o reinventar la cultura de la confianza. 

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