El Accidente de Nacimiento


Publicado en: Última Hora
Publicado el: 09-12-19
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Por Yan Speranza, Presidente del Club de Ejecutivos.

Bernardo Kliksberg, economista, sociólogo y prolífico escritor sobre temas de pobreza y desarrollo en general, define el “accidente de nacimiento” como aquella situación en donde la zona, región o lugar en que uno nace, define en gran medida la trayectoria futura de la propia vida.

Es decir, si uno nace por ejemplo en una familia que se encuentra bajo la línea de pobreza y habita en un barrio de alta vulnerabilidad, estadísticamente tendrá altas probabilidades de no acabar sus estudios secundarios, contará con escasos ingresos y terminará también siendo pobre.

Se trata de una suerte de destino trágico del cual muy pocos logran escapar y por el solo hecho de haber nacido accidentalmente en medio de unas condiciones desfavorables que se mantienen con el tiempo.

Por supuesto que esto es algo absolutamente indeseable y atenta contra la dignidad de los seres humanos. Y claramente es una función del Estado generar las condiciones habilitantes para vencer a esta terrible realidad, como de hecho varias sociedades lo han logrado paradigmáticamente.

Uno de los elementos más poderosos hacia dicho objetivo es contar con una verdadera educación pública de calidad, para todos independientemente del sitio que le ha tocado a uno nacer.

Traigo esto a colación pues la semana pasada se dieron a conocer a nivel internacional los resultados de la prueba de evaluación de la calidad educativa denominada PISA, por sus siglas en inglés.

Dicha prueba estandarizada a nivel internacional se viene desarrollando desde el año 2000 y se realiza cada 3 años. En el 2018 participaron unos 600.000 estudiantes de 15 años que representan a alrededor de 32 millones de jóvenes provenientes de 79 países.

Las pruebas evalúan los niveles de aprendizajes en tres áreas, lectura, matemáticas y ciencias. Y lo hace desde una perspectiva muy interesante: que tan capaces son los estudiantes de aplicar los conocimientos resolviendo problemas en contextos que les pueden resultar desconocidos.

Es decir, no importan tanto los conocimientos en sí mismos sino más bien, cómo puedo aplicar dichos conocimientos para la resolución de problemas prácticos.

Aunque no sea lo más importante, la entidad que administra la prueba a nivel global (OCDE), genera un ranking internacional de acuerdo con los resultados obtenidos por cada país en cada una de las disciplinas mencionadas.

Para los países que vienen participando de estas pruebas desde hace varios años, es una buena manera de ir evaluando los progresos del sistema educativo propio, pero también es una forma de compararse con otros países y sistemas educativos en un mundo cada vez más plano e integrado.

Los resultados para los países de América Latina en particular son sumamente pobres. Pero incluso peor, el estudio demuestra la tremenda desigualdad de partida en los sistemas educativos, ya que los resultados dentro de los países de los estudiantes provenientes de niveles socio-económicos más altos son significativamente superiores que aquellos que provienen de los niveles más bajos.

En otras palabras, en lugar de combatir el accidente de nacimiento, nuestros sistemas educativos lo refuerzan y en este marco solo podemos esperar sociedades estructuralmente desiguales.

Nuestro país aún no participa de la prueba PISA global (lo hizo en una denominada “PISA en Desarrollo” conjuntamente con otros 7 países, preparándose para participar en la general a partir del 2021). De todas maneras, nuestros resultados también han sido desastrosos y urge que hagamos algo mucho más radical al respecto.

En muchos países, los resultados de esta prueba generan profundos debates, interpelan al propio sistema educativo y movilizan la acción pública y ciudadana.

Es precisamente lo que necesitamos nosotros para romper esta sensación de que avanzamos muy lentamente y con pocas chances de romper el accidente de nacimiento.

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