Por Jaime Egüez, past presidente del Club de Ejecutivos
Transitando los modelos de Estado en nuestra región y un poco más allá de nuestro continente, vemos que este es un desafío constante en la sostenibilidad de los procesos de desarrollo de los países en lapsos de tiempo. Entendiendo que los gobiernos van y vienen, con sus propias coyunturas políticas y compromisos con su identidad partidaria, el Estado acaba siendo el resultado de la gestión de varios gobiernos.
Una de las diferencias más importantes entre el Estado y el gobierno es que el primero no puede personalizarse, pero el segundo sí. Por lo tanto, es un tremendo desafío para cada gobernante de turno ejecutar y sostener políticas que sean de Estado. Acotando más hacia nuestra realidad, y poniendo la lupa, vemos que estamos permanentemente alzando en la mesa de oportunidades que Paraguay es un país cuyo Estado está apostando a varios ejes que ya han sido ampliamente acordados en nuestra sociedad.
Uno de estos ejes es el factor que el Estado paraguayo apuesta a un desarrollo sostenible y continuo del Sector Privado, entendiendo que el mismo es el que consigue no solo en Paraguay sino en el mundo entero atraer la inversión real que posibilita el desarrollo de los países. En este espacio solo deseo poner el foco en uno en particular, y es qué entendemos por tener previsibilidad para la inversión o los reglamentos que rigen una inversión a largo plazo.
El Estado tiene el monopolio coercitivo del poder. Y la construcción de leyes y decretos modifican de manera inmediata las condiciones del mercado y lógicamente de la sostenibilidad de negocios. Por esto cuando determinado gobierno determina a través de sus equipos de análisis un nuevo escenario, los ajustes a ese contexto son momentos de gran tensión e incertidumbre. Pero esto se puede mitigar con mucho dialogo, mucho trabajo de consenso, como lo han venido haciendo de algún modo en forma exitosa varios gobiernos en el Paraguay. Y hoy estamos transitando un escenario nunca visto antes donde recibimos más masivamente la llegada de interesados en invertir. Y no solo ellos sino los grupos empresariales que ya están hoy en Paraguay y esperan conseguir el retorno correcto de sus inversiones.
Paraguay tiene un proceso en tránsito donde aún existen grandes intereses entre empresas que son del Estado que compiten con empresas del sector privado. La cuestión es que del lado de las empresas estatales está el poder. Y en tal carácter provoca grandes tensiones en la previsibilidad de escenarios que son espacios normales del mundo privado, pero que son difíciles de administrar si las distorsiones son imprevisibles como lo hemos visto en varios gobiernos de la región.
La historia nos demuestra que cuando ocurren estas asimetrías en pro de un interés coyuntural el resultado no es apropiado para el Estado, aunque pueda ser un punto positivo para un gobierno particular. Insisto en el punto que es una coyuntura difícil de manejar. Hay algunos ejemplos claros en el Estado paraguayo y en otros donde cada vez que el Estado con sus empresas tenga un rol empresarial los resultados a largo plazo son difíciles de sostener. Hay excepciones lógicamente. Solo pongo en consideración que si decidimos ser un Estado de libre inversión y de comercio, el hecho que unas de las partes de la economía tengan el poder del Estado para atender sus intereses, que pueden ser genuinos, es un factor que puede acabar anulando el interés del sector que tiene acceso al capital real para el desarrollo. Y, por tanto, abandonar el país que no toma una decisión por un modelo u otro.
El uso del poder que otorga el Estado a cada gobierno debe no solo atender la vigencia plena de todos los derechos de sus ciudadanos sino atender a sus colectivos que desarrollan el país. Y una parte vital en el Paraguay que estamos construyendo entre todos es el colectivo de empresas privadas. Hoy en el mundo de la competitividad, del desarrollo de patentes y de modelos de negocios de alta competencia conforman el sector empresarial. Las empresas estatales han ido modernizándose y pasando al sector privado. Ello, en un proceso evolutivo global donde deben ser competitivas sin necesitar decretos y leyes que distorsionen su cuota de poder en un país que busca desarrollarse con inversión genuina y no a costa de préstamos que comprometen a todos los ciudadanos. Es un gran desafío para cada gobierno que requiere mucha sabiduría, humildad, discernimiento y una gran dosis de diálogo.
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