Por Matías Ordeix, socio del Club de Ejecutivos.
Existe en el colectivo de nuestra sociedad la creencia de que el dinero que “administra” el Estado, es “su dinero”. Falacia amigos, ese dinero es nuestro, de todos nosotros los que laburamos día a día y pagamos los impuestos, en cada compra con el IVA o en toda clase de tributos e impuestos varios. El Estado realmente lo que hace es administrar nuestro dinero.
En estos días se presenta la ley anual más importante, el Presupuesto General de la Nación, en el que el Estado gasta los ingresos que obtiene de cada ciudadano paraguayo. Y obviamente sabemos dónde va más del 75% de los mismos, sí…. a sueldos. Tenemos un Estado grande, lento e ineficiente. No es nada nuevo para nosotros.
El tema radica en: ¿qué podemos hacer para obtener mayor eficiencia con nuestros recursos, cómo gastar menos y ahorrar todo lo que podamos? Estamos en año electoral, y esto complica mucho más aún la posibilidad de un presupuesto viable y sustentable.
Los políticos en su gran mayoría no entienden lo que es sustentabilidad. Ellos trabajan en el corto plazo, sin visión a futuro. Solo piensan en “cómo me mantengo en mi cargo a futuro, qué debo hacer para que me elijan de vuelta”. Esto es terriblemente peligroso para toda nuestra sociedad, es gran parte del porqué seguimos rezagados y no podemos avanzar como sociedad al ritmo que el mundo marca. Los méritos que hemos logrado como país han sido a costa de los privados que trabajan realmente, “a pesar del Estado”. El sector privado no encarna solo a las empresas, si no que representa a miles de pequeños emprendedores, empresas unipersonales formales que hacen su aporte a las arcas del fisco. Toda persona que compre algo formalmente colabora con las arcas del Estado. Todos nosotros somos los que hacemos posible que nuestro administrador, el Estado, exista y se sostenga.
Pero estamos bajo la gobernanza de un sistema, si bien elegido democráticamente, muy alejado de la realidad de la gente. Son solo 125 personas las que deciden cómo administrar los fondos del Estado, nuestros fondos. Estos 80 diputados y 45 senadores, pueden manipular y especular cuanto quieran con el PGN para pagar favores, conseguir votos, sin importarles el futuro económico del país. ¿Cuántos de estos representantes son honestos, correctos y buscan el bien común?
Estamos lastimosamente bajo un sistema parlamentarista perverso. Primero, ellos mismos se autocontrolan. Segundo, ellos tienen la lapicera para un eventual juicio político al presidente, o sea controlan también el Ejecutivo. Finalmente, la injerencia en el Poder Judicial es evidente.
El Paraguay no tendrá cambios sino elegimos a más gente honesta, transparente y realmente comprometida con el bien común. No podemos vivir con un Parlamento donde los valores y la ética sean solamente representados por una pequeña minoría. Debemos ejercer el derecho a voto más racionalmente.
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