Gabriela R. Teasdale, socia del Club de Ejecutivos.
A comienzos de agosto, localmente, se daba a conocer la situación de la Laguna Cerro de Limpio, con casi nula repercusión. No fue hasta el fin de semana pasado que el tema adquirió imponente relevancia por una publicación del actor Leonardo DiCaprio en su cuenta de Instagram, así muchos paraguayos se enteraron de la existencia de una laguna morada a pocos kilómetros de la capital.
El actor, quien es también activista ambiental, contó a sus más de 45 millones de seguidores que el color, el olor fétido y la mortandad de peces en la laguna eran probablemente causados por una curtiembre. A Leonardo le habrá sorprendido, pero estoy segura de que, lamentablemente, a muchos de nosotros no. Ha ocurrido en el pasado y sigue ocurriendo. Fábricas que arrojan sus desechos a los cauces de agua, contaminándolos impunemente y autoridades que hacen la vista gorda porque, la mayoría de las veces, tienen intereses creados.
Nuestros líderes nunca priorizaron en su agenda el cuidado del ambiente, un asunto crucial en un mundo que lucha contra problemas como el calentamiento global y la contaminación marina. Por el contrario, en las últimas décadas la deforestación alcanzó niveles alarmantes y muchas normas se han creado para favorecer a intereses particulares. Estamos condenando a las generaciones futuras a que vivan sin eso que ha hecho tan grande a nuestro país: su riqueza natural.
Entonces, es hora de mirarnos al espejo y empezar a reconocer nuestras falencias. En un país pequeño como el nuestro y con tanto potencial no debería costarnos tanto animarnos a transformar realidades. Los líderes que nos dirigen están mostrando debilidades que no deberían tener. Ellos asumieron el compromiso de conducirnos y tienen que hacer el mayor esfuerzo por cumplirlo.
Me da mucha pena como paraguaya que seamos reconocidos afuera por estas cosas. Me entristece constatar que las tareas más importantes se dejaron para más tarde. Que el “así nomás” controla la mejor manera de hacer las cosas. En este país vivimos en una crisis sanitaria constante, rodeados de basura, de lagos que se pudren y de enfermedades. No contamos con medicamentos o espacios en los hospitales para las personas vulnerables, tenemos un sistema educativo que hace aguas y no respetamos en absoluto el cuidado del ambiente. Pareciera que no nos importan los otros porque el ego y el beneficio personal son más grandes. Y no hacer lo correcto genera injusticias, desigualdad y muerte.
Hay una frase que me inspira mucho y dice: “todo lo que hagas hoy define el resultado que tendrás mañana”. Entonces, dejémonos de hablar y prometer en vano, trabajemos duro y comprometámonos con el corazón. Es hora de que nos remanguemos la camisa y demostremos que el cambio puede suceder en Paraguay porque las manos de todos están involucradas. Saquémonos las caretas y mostremos el verdadero rostro del ser humano… ese que se compromete y se mueve hacia adelante transformando todo a su alrededor.
Porque al final del día queremos tener la conciencia tranquila para que cuando las luces se apaguen con paz y satisfacción podamos decir: “misión cumplida”.
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