Nos falta el segundo paso


Publicado en: La Nación
Publicado el: 28-12-19
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Por Laura Ramos, Socia del Club de Ejecutivos.

Una serie de sentimientos encontrados despiertan en la ciudadanía los hechos destapados en el transcurso de este año. Por un lado, estamos contentos como ciudadanos que algunas verdades estén saliendo a la luz. Y, el por otro, nos genera mucha frustración al ver todos los tejes y manejes que se llevan a cabo en el ámbito público, que uno sospecha algunas situaciones pero muchas veces se ve superada ampliamente, inclusive a películas de Hollywood.

Debemos tomar esta serie de destapes, por llamarlas de alguna manera, como un primer paso muy necesario pero no el único ni último, de los pasos que obligatoriamente debemos de dar como país. Es tan necesario el segundo paso como el primero, y este debe ser la justicia. De nada sirve el escrutinio público, las renuncias o despojos de investiduras si con ese simple hecho de remover a alguien de sus funciones ya se ve aplacado o pagadas sus deudas morales y monetarias. No es buen precedente dejar por saldada la cuenta con el simple gesto de dar un paso al costado, o por ejemplo  el devolver el diez por ciento del faltante como es en otro caso sonado recientemente.

¿Qué ejemplo dejamos a los demás que siguen en la función pública si queda establecido tácitamente que se puede tener falta de ética y de moral, y el único riesgo de esto sería el dejar el cargo? Con más razón lo único que hace este sistema establecido --pero no escrito-- es aprovechar de exprimir sus posibilidades para beneficio personal hasta que sea descubierto, ya que no tendría mayor sanción luego de esto.

Lastimosamente no hay suficiente conciencia ni sentido de pertenencia sobre los bienes públicos, en el sentido que un ciudadano debería estar profundamente  indignado cuando un funcionario público es desleal en sus funciones, ya que es el dinero del ciudadano el que está en juego. El sentir sobre el bien público es como si fuera un éter que no pertenece a nadie y es un robo al “Estado” como si fuera una tercera persona que nadie conoce o no tiene cara. Pero ese “Estado” al que roban o perjudican finalmente somos todos. Creo que por esto es que no hay una exigencia tajante de llegar hasta las últimas instancias judiciales y se van disolviendo los hechos en memorias tenues y lejanas, para luego ser tapadas por los hechos más recientes y de mayor impacto que vuelven a entrar también como el anterior en un circulo de olvido y perdón moral.

Debemos velar por el cumplimiento de este segundo paso, tan necesario para el fortalecimiento de las instituciones, que es el peso de la ley. Se deben cerrar los ciclos de los eventos descubiertos hasta las últimas instancias para que llegue el día en que los que quieran estar fuera de la ley lo piensen dos veces, puesto que ya tendrán consecuencias donde deberán pagar por sus actos.

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