Por Matías Ordeix, socio del Club de Ejecutivos.
En un mundo interconectado, donde las empresas pueden perfectamente trascender fronteras, los parámetros de visibilidad de las mismas son muy similares. Uno puede estar, por ejemplo, ofreciendo servicio de soporte en software en forma remota desde Paraguay a una empresa europea, o el simple hecho de tener que exportar productos a nuestros clientes en los países desarrollados donde su política de calidad y de compliance son muy altas, entre otros ejemplos.
El simple hecho de que nuestra empresa esté online es vitrina para cualquier potencial cliente en cualquier parte del mundo. Entonces partiendo de esta hiper-conectividad y visualización, los empresarios paraguayos debemos adaptarnos o morir en el intento. Esto significa que la forma de hacer negocios en Paraguay debe ser idéntica a la que tienen nuestros colegas en otros países.
Hay detalles que, hoy día, nuestros clientes observan con mucho más detenimiento. Comenzando por la reputación de nuestra empresa, cómo es nuestra relación en temas sociales o medioambientales. O si tenemos una política de RSE o acciones que impactan positivamente en la sociedad, etc. Y aunque parece una gran obviedad, que tan íntegros somos como empresarios. Si somos empresarios debemos ser íntegros, si no seriamos simplemente oportunistas, comerciantes avivados o empresas de fachada para vender en forma sucia al Estado.
El Gobierno, con muy buen tino y con la ayuda de agencias de cooperación alemana y la cooperación del gobierno de Brasil, ha lanzado el “sello integridad” con el objetivo de alinear a las empresas en buenas prácticas promoviendo la transparencia y la lucha contra la corrupción. Está muy bien, sin embargo, seremos nuevamente los mismos empresarios de siempre aplicando a este sello, o sea quienes siempre nos hemos preocupado por hacer nuestro trabajo en forma honesta, limpia y transparente. Igualmente es un incentivo, y ojalá seamos cada día más los empresarios que entendemos que la forma de hacer negocios es una sola. Que los atajos, las coimas y los sobornos no otorgan a nuestras organizaciones el nombre de empresas.
El mundo de hoy nos exige caminar en línea recta, evitando atajos bajo las sombras. Si queremos que nuestras empresas crezcan, sean exitosas y quizás internacionalizarse, debemos ser empresarios de bien, coherentemente íntegros.
El país se construye entre todos, el Gobierno también debe dar señales claras de pulcritud y honestidad. Porque si fuese realmente así, los “mal llamados empresarios” no tendrían a quien coimear. La corrupción es lastimosamente un flagelo con raíces muy profundas. Es trabajo de cada uno de nosotros combatirla, no debemos esperar que otros hagan la tarea. Votemos en las elecciones a los mejores, activemos en espacios gremiales de presión, denunciemos y no nos prestemos en lo mínimo para un acto que podría ser legalmente correcto, pero éticamente amoral. Paraguay necesita más gente honesta, no solo en el Gobierno, en el Parlamento, sino en todos los espacios sociales y empresariales. ¡Vamos querido Paraguay, que si se puede!
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