Publicado en: 5 Días
Publicado el: 03-11-25

El Directorio que todos necesitamos.
Por Christian Kennedy, Socio del Club de Ejecutivos

Mayormente, la punta de la pirámide es muy solitaria para los que la habitan. Y todos, sin importar quiénes seamos, tenemos nuestra propia pirámide en la vida. Desde donde tomamos decisiones, cargamos con responsabilidades, y buscamos claridad entre tantas voces. Por eso existen los directorios: no para aplaudir al líder, sino para acompañarlo, tensionarlo y ayudarlo a ver lo que, desde su cima, muchas veces no puede ver sólo.

El crecimiento requiere tensión. Entre lo conocido y lo que queremos mejorar hay un espacio incómodo, lleno de miedo y de posibilidades. Esa tensión, cuando se maneja con respeto y propósito, es la que genera crecimiento. En una comunidad, en una familia o en un directorio, las mejores decisiones no surgen del consenso automático, sino del contraste de perspectivas, cada una trayendo su expertise.

Durante mucho tiempo los directorios fueron vistos como órganos de control y compliance. Hoy evolucionaron: son sparring partners estratégicos. Se espera que acompañen a la empresa a navegar lo desconocido, catalicen cambios y amplíen la agenda hacia temas como estrategia, planes de crecimiento, manejo de talento, riesgos, sostenibilidad, hoy en día la IA y hasta la geopolítica. Ya no se trata solo de supervisar y aceptar todo lo presentado, sino de comprender el negocio desde dentro, de hablar con la primera línea, de entender su cultura y de desafiar al management con datos y criterio.

Un buen directorio debe dar confianza al equipo ejecutivo para tomar decisiones de largo plazo frente a presiones de corto plazo. Por eso, la selección de sus miembros es clave: importa su impacto, sus redes, su capacidad de aprendizaje y la dinámica que logren construir como equipo. Ser director no es un título ni una remuneración: es un compromiso con la empresa y con uno mismo. Implica aportar conocimiento real, conectar mundos, abrir oportunidades y, sobre todo, ofrecer perspectiva y muchas veces, mejor si es desafiante.

Las reuniones de directorio son, en el fondo, una plataforma de accountability. Allí se mide el presente, se discute el crecimiento y se decide el rumbo. Pero también pueden ser un espacio de desarrollo humano: un lugar donde el management recibe coaching y mentoría, ayudandolos a ver más allá y donde los directores aprenden, comparten, se mantienen curiosos y activos. Los mejores directorios son, en esencia, bibliotecas de conocimiento humano.

Ese mismo modelo puede trasladarse a nuestras vidas. Todos necesitamos un “directorio personal”: un círculo de mentores o consejeros que nos ayuden a mantenernos en el camino correcto, que cuestionen nuestras decisiones, nos inspiren y nos reten. Sirven para revisar todos los aspectos profesionales y personales. Porque un buen directorio, personal o corporativo, no se forma para controlar, sino para acompañar el crecimiento.

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