El Desafío e ser más productivo


Publicado en: Última Hora
Publicado el: 05-08-25
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EL DESAFÍO DE SER MÁS PRODUCTIVO

Lanueva definición de analfabetismo


Por Luigi Picollo, socio del Club de Ejecutivos.


Anteriormente, la definición del diccionario de analfabetismo era: “Quien no sabe leer ni escribir”. En el tiempo en que vivimos la definición es: “Quien no puede entender un texto que lee”. En el futuro cercano será: “Quien no aprenda a pensar, no hable inglés bien, no use todo el potencial de las herramientas informáticas y la IA para optimizar su eficiencia y eficacia profesional”.  La definición de facto se tornó exponencialmente más exigente y restrictiva. El futuro cada vez llega más rápido, mientras tanto la oferta educativa no solo no acompañó el aumento de los requerimientos del mercado, sino aumentó significativamente la brecha.  


Un ejemplo concreto: antes en el colegio nos obligaban a hacer operaciones matemáticas manualmente, no podíamos usar la calculadora, pues se entendía que debíamos haber memorizado la tabla de multiplicar, explicitado manualmente los pasos de los cálculos básicos, para demostrar nuestros conocimientos en matemáticas. Hoy la gran mayoría de las personas usa Excel para hacer las operaciones básicas, pero en realidad el 95% de las personas solo usa el 5% de las funciones de Excel, entre 10 y 20 funciones, de las más de 450 posibles. Al recibir una planilla Excel de una persona, podemos inferir desde la forma en que fue construida y la cantidad de fórmulas utilizadas, su capacidad de raciocinio lógico, y de manejo del concepto modelado. Hemos evolucionado, pero estamos lejísimos de llegar a un alto potencial.


Nunca en la historia de la humanidad tanta información gratis ha estado disponible. En la antigüedad solamente los más sabios sabían leer, y tenían acceso a libros en bibliotecas restringidas únicamente a la élite y el poder. Hoy internet disponibiliza gratis una cantidad infinita de información. Se puede decir que la información se ha diseminado y democratizado perfectamente, y cualquiera tiene acceso a mejorar su formación. Sin embargo, el limitante por detrás de todo continúa siendo: sin haber entrenado un “raciocinio lógico y crítico”, ejercitado el “criterio”, desarrollado la capacidad de discernir lo que es (i) completamente falso de (ii) una media mentira de (iii) una verdad consistente… el hecho que la información esté a un click y sea gratis no tornará a la persona más capaz. De nuevo el analfabeto es quien solo lee pero no entiende adecuadamente, ve videos de dudosas fuentes, se atraganta con un exceso de información contradictoria, es el cliente perfecto de las “fakenews”, donde los algoritmos dominan la mente del espectador. No pasan de ignorantes virtuales colmados de información de fuentes dudosas. 


En la era digital, las novedosas herramientas que pueden potenciar exponencialmente a las personas son cada vez más difíciles de usar, pues estas optimizan los raciocinios lógicos, y su uso exige saber reflexionar, razonar. La tecnología está en un ciclo disponible, muy muy barata. Nunca fue tan fácil combinar tecnologías, usar softwares con diversas metodologías para pensar, leer sobre diferentes ciencias para adoptar conceptos. Importa menos la memoria e importa más la flexibilidad cognitiva. Pero las poderosas herramientas modernas tienen un límite, que es la formación cibernética de las personas.


Hasta la localización de las personas ya no importa, los nómades digitales cambian de país de residencia conforme la conveniencia de la calidad de vida y la estructura tributaria. Ellos venden tiempo de su cerebro desde donde sea. 


El objetivo final es la optimización del único recurso más democrático del universo, o la limitante más dura de nuestra existencia: “el tiempo”, ya que todos disponemos de las mismas 24 horas por día. El saber-hacer las preguntas correctas, poder encontrar las fuentes legítimas, entrelazar el raciocinio más sólido operable, haciendo todo esto en el menor tiempo posible. Una altísima productividad es la evidencia observable del talento puro. En la escasez mundial de talentos, la creciente falta global de mano de obra calificada ha hecho que ya no importe el costo del recurso humano. Importa sí su eficiencia y eficacia. Es el desafío que enfrentamos, aquí y ahora.





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