Acabó la fiesta, ahora a trabajar


Publicado en: Última Hora
Publicado el: 22-06-23
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Por Jaime Egüez, Presidente del Club de Ejecutivos.

Rescato dos momentos transcendentales del conversatorio que tuvimos con el presidente electo, Santiago Peña, esta semana y luego con el ministro nombrado para Relaciones Exteriores, Rubén Ramírez. Ambos manifestaron en diferentes momentos de sus exposiciones que definitivamente el Estado, iniciando por el Poder Ejecutivo, debe ser reestructurado buscando que cada Ministerio sea más misional. Es decir, orientado a atender al ciudadano con un menor gasto público o por lo menos mucho más eficiente.

 Hay una superposición de funciones que solo hace más pesada la carga administrativa de salarios y entorpece la gestión. Esta práctica, que la denominamos prebendaria, es fruto de una estructura política que ha abusado de la discrecionalidad en la creación de cargos. Esto no es atributo de un partido político en particular, sino una lamentable práctica transversal al sector político que accede a puestos de poder.  Cada persona nueva, su salario, sus bonificaciones, sus jubilaciones, sus privilegios son una carga más para el contribuyente.

Para observar y validar esto se puede hoy en día ingresar a las bases de datos de cargos públicos y por clanes familiares ver cuáles han sido los políticos que abusaron de esta discrecionalidad para crear cargos y mocionar al ministro de turno una designación como “favor político”.  Luego de estas elecciones infiero que a todos nos ha quedado claro que el modelo del prebendarismo tradicional ya no es más sostenible.

El ciudadano que lucha diariamente, y que ya está entendiendo que al pasar al sector formal, aportando impuestos, le otorga el derecho de reclamar y en muchas veces el de escrachar a las autoridades que incumplen con su deber de no abusar de sus cargos, y abrogarse derechos y privilegios.

El tener un puesto en el Estado no está mal. Es más, yo reivindico la necesidad de que el Estado paraguayo tenga los mejores profesionales en administración y gestión pública. Aún más, reivindico que tengan salarios equivalentes, mutatis mutandis, al del sector privado. Pero con lo que estoy en contra es que tengamos duplicación de funciones o mismos cargos y posiciones que no aportan ninguna tarea al misional de la institución afectada.

Quiero a los mejores médicos en los hospitales públicos, a los mejores maestros en las escuelas de nuestros niños, ministros y mismo al presidente de la República con salarios de acuerdo con su responsabilidad. Hoy no es así. Los datos indican que lo que hay es una excesiva erogación de dinero a posiciones administrativas innecesarias en varias áreas del Estado. Además del Poder Ejecutivo, el Poder Judicial tiene igual desafío, ya que el mismo debe construir eficientemente unidades que se cubran territorialmente. Esto demanda un aumento de funcionarios, pero básicamente hay que concentrarse en que sean misionales.

La eliminación de muchas de las secretarias y direcciones es una tarea necesaria. El poder que realmente debe iniciar dando ejemplo, pero que en los últimos años ha demostrado una increíble insensibilidad es el Poder Legislativo.  El que se va será recordado por no haber aportado ninguna acción concreta en sensibilizarse con el martirio diario de tantos paraguayos, porque para auto-levantarse los salarios, crear nuevas posiciones basándose únicamente en demandas personales o de intereses propios han castigado año tras año al Presupuesto General del Estado.

Durante este periodo que acaba existieron senadores héroes que han proclamado en un desierto cada vez más insensible la necesidad de ahorrar dinero en la gestión del Presupuesto General de cada año. Hemos encontrado, una y otra vez, la displicencia y la falta de respuesta a este clamor de todos los ciudadanos. El Senado y Diputados serán casi renovados en su totalidad. Y esperemos que los que llegan entiendan que la frase que hoy responde al Paraguay que despierta es solo una: “exigimos una reducción del gasto público”. 

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