Crecimiento económico con triple tensión


Publicado en: Última Hora
Publicado el: 27-07-25
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AJUSTAR LAS VELAS ANTE LOS ACTUALES DESAFÍOS

Crecimiento económico con triple tensión

 

Por Raúl Vera Bogado, socio del Club de Ejecutivos


El segundo semestre de 2025 se proyecta con muy buenas perspectivas de crecimiento económico con la estimación de un aumento del 4.4% anual del PIB para finales del período.

           

Sin embargo, también se inició con una “triple tensión”. Primero, el dólar en su nivel más bajo en décadas en los mercados internacionales, también debilitado en el mercado local. Segundo, la política comercial de EE.UU aumentaría los aranceles al resto del mundo y la incertidumbre frena el comercio, enfría los precios agrícolas, y los organismos internacionales proyectan descensos continuos en las materias primas. Tercero, a este cuadro externo se suma una contracción de la liquidez en guaraníes: las tasas de interés pasivas rondan el 9.75% anual frente al 3.75% en dólares, lo que encarece el financiamiento interno y amplía el diferencial de tasas como la percepción de riesgo entre las dos monedas. Estas tres fuerzas conforman un entorno poco familiar para la economía paraguaya.

Fuentes internacionales indican que el aumento arancelario en los EE.UU debilitaría la demanda global de commodities agrícolas, lo cual implica que los márgenes de productores y procesadores serían más estrechos. El resultado es un deterioro de los términos de intercambio (menores ingresos por nuestras ventas externas) justo cuando el fortalecimiento del guaraní reduce, en moneda local, el valor de las exportaciones.

Un guaraní “fuerte” no es sinónimo de riesgo porque abarata insumos importados, reduce el peso de la deuda externa y ancla las expectativas de inflación. No obstante, cuando esa fortaleza surge más de la escasez de liquidez en moneda nacional que de ganancias de productividad o de exportaciones diversificadas, el beneficio puede transformarse en costo. Cuando el diferencial de tasas se normalice, el tipo de cambio tiende a corregirse rápidamente, añadiendo volatilidad a los balances de las empresas y a las cuentas públicas. Por ello, la estrategia monetaria y fiscal debe procurar que la solidez de la moneda refleje fundamentos reales minimizando las circunstancias coyunturales.

En cuanto a la iliquidez, la menor oferta de guaraníes impacta de varias maneras. Tasas pasivas más altas encarecen el crédito para empresas que facturan en guaraníes, mientras que el financiamiento en dólares (más barato) expone a riesgos cambiarios a quienes no tienen ingresos en esa moneda. El diferencial también dificulta la transmisión de la política monetaria: un recorte de la tasa de interés se diluye si el sistema bancario carece de liquidez suficiente para trasladarlo al mercado.

Hasta hace unas semanas parecía que un recorte gradual de la tasa de política monetaria era factible por el mayor espacio monetario que supone una inflación importada disminuyendo. Ya no es así. Ahora el BCP debería enfrentar el problema de liquidez en forma quirúrgica antes de mover la tasa de política monetaria.

Ante este escenario, atender la escasez de guaraníes resulta tan prioritario como la trayectoria de la tasa de política monetaria. Medidas que incrementen la liquidez en moneda nacional, o una reconstitución de las Reservas Internacionales con compras de divisas, y una comunicación ampliada sobre el ritmo previsto de la liquidez podrían aliviar la presión sin comprometer la fluctuación del tipo de cambio.

La “flotación” cambiaria sin cambios bruscos sigue siento el mejor “amortiguador” de los choques externos, aunque ahora la preocupación devendría de un eventual círculo vicioso en el que tasas locales muy elevadas atraigan capital golondrina y fortalezcan aún más el guaraní, castigando al sector exportador. Por eso, es conveniente que el Banco Central promueva un mensaje doble: liquidez adecuada para el mercado y vigilancia milimétrica sobre los flujos especulativos.

Pero inyectar exceso en guaraníes sin coordinación fiscal podría poner en peligro la percepción de estabilidad cambiaria en el mediano plazo justo cuando los precios de la soja pueden afectar negativamente la balanza comercial.

En cuanto a las agendas de las empresas, la prioridad inmediata debería ser blindar márgenes. El probable ciclo descendente de tasas de interés y el guaraní firme abren la puerta para refinanciar pasivos en dólares y reducir el descalce cambiario una vez que la liquidez en guaraníes se normalice. Las empresas que venden en el mercado interno y compran insumos en dólares enfrentan una decisión compleja: financiarse caro en guaraníes o asumir el riesgo cambiario. En este entorno, los instrumentos de cobertura son aliados estratégicos.

Planes gubernamentales de crecimiento económico generan expectativas positivas: la combinación de energía renovable abundante, estabilidad macroeconómica, tipo de cambio estable, y políticas públicas que fortalezcan la productividad como la logística y la infraestructura digital, cimientan una base atractiva para captar proyectos orientados a cadenas de suministro sostenibles. Promover la transformación local no solo diversifica la matriz exportadora, sino que inyecta recursos al sistema financiero y puede mitigar las fluctuaciones de liquidez.

Ajustar las velas al nuevo viento: nuestro país puede convertir un entorno con muchos desafíos en una oportunidad de consolidar su resiliencia macroeconómica. Ajustar las velas, no bajarlas, será clave para mantener el rumbo en aguas cada vez más cambiantes para no desalinear las perspectivas de crecimiento económico positivas que tenemos.

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