Por Raquel Dentice, socia del Club de Ejecutivos.

Para transitar el camino de la innovación es clave impulsar el proyecto elegido a través de “células”. Estas células están conformadas por equipos de trabajo y reúnen a colaboradores en torno a un reto, desafío o problema para crear prototipos y pruebas piloto hasta su ejecución. 

Cada una de ellas, compuestas por un tamaño reducido de integrantes expertos, quienes brindan un aporte enriquecedor y generador. Ponen al proceso de innovación en funcionamiento con el objetivo de crear proyectos trascendentes, realizables y sustentables.

La célula aparece como una unidad mínima, funcional, con capacidad de producir, crear y evolucionar permitiendo distribuir la inteligencia organizacional, acelerar el emprendimiento y aprendizaje para impulsar y producir innovación.

Una célula transitará distintos momentos que van desde la exploración, interpretación, creatividad e ideación, hasta generar un prototipo que se testeará y ejecutará en la realidad. La experiencia generará una retroalimentación que será volcada al proyecto para modificarlo, reformularlo o descartarlo.

Permite focalizar en las necesidades de los clientes y del mercado, crear soluciones novedosas, minimizar costos, buscar o mejorar productos y servicios, eficientizar procesos y modelos de negocio basados en la experiencia del cliente. Generan verdaderos productos que se testean escuchando la voz del cliente, identificando pros y contras, de una manera ágil, con bajo costo y que luego podrán ser lanzados al mercado o ejecutados de una manera efectiva, precisa y minimizando riesgos.

Estas células convierten las ideas en valor tangible, contribuye en el camino de la innovación de la empresa y a la sistematización del proceso para desarrollar y afianzar la cultura de innovación en un continuo transitar de cada una de las fases.