Brasil nos puede ayudar a combatir el crimen organizado


Publicado en: Última Hora
Publicado el: 26-12-23
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Por Luigi Picollo, socio del Club de Ejecutivos.

Recientemente hemos presenciado importantes acciones concretas contra la inseguridad y la delincuencia organizada, en un nivel de contundencia e intensidad nunca visto. Decisiones duras, determinaciones riesgosas, cursos de acción que bien podrían haber salido mal con un precio muy alto para los gobernantes, aunque estas acciones se hubieran concebido en pro del bien común. Se produjeron sucesos hasta inesperados en su magnitud, amplitud, uso de la fuerza económica y bélica, lejos del anterior estilo de liderar tibiamente, sin arriesgar, sin definirse, dejando dudas y una puerta abierta para salirse cobardemente por la tangente.

Al inicio parece ser que despertamos en un país más inseguro, donde nos sorprende descubrir el volumen de drogas que se exportaba, o la cuantía de armas que se traficaba, o el monto de dinero que se lavaba. El hecho de que estos sorprendentes eventos emerjan a la luz pública es muy constructivo, el ignorarlo no significa que no exista, solo que acontecía con la anuencia de muchos. El silencio que mantuvo el sistema es más peligroso que el ruido del problema devenido público. Nos llenamos de preguntas frente al crimen organizado que ahora lo estamos viendo en su magnitud…pasamos a ser conscientes de lo que siempre existió. ¿Habría que destinar más presupuesto de la nación? ¿Crear más ministerios? ¿Contratar más efectivos? ¿Qué hacemos?

El crimen organizado hace décadas es un negocio multinacional, afectando a varias naciones. Por lo que un país pequeño y con una baja recaudación como el Paraguay, no va a poder destinar los recursos financieros y humanos necesarios para hacer frente a estas tremendas organizaciones criminales internacionales que tienen a los grandes mercados como clientes. No existe la posibilidad de ganar esa guerra solo con nuestra gente y nuestros limitados impuestos, pues estamos frente a un enorme monstruo que se alimenta de poblaciones mucho mayores que la de nuestro pequeño país. Una obvia verdad es que Brasil es nuestro mayor socio comercial en el comercio legítimo de bienes y servicios, una incómoda verdad es también nuestro mayor socio en la delincuencia organizada. Siendo Brasil 46 veces más grande que Paraguay, resulta incuestionable que no podemos contra los vicios del gigante.

Entonces nos queda la opción de asociarnos al gigante para ser parte de la solución de “su” problema, que también es “nuestro” problema. La estrategia es fomentar un amplio y profundo intercambio de información con Brasil sobre sus propias organizaciones criminales, cruzar datos sobre la situación tributaria y patrimonial de sus ciudadanos residentes en Paraguay. Asimismo, permitirles actuar en Paraguay con sus efectivos sin que se use la excusa obsoleta de la “invasión de la soberanía”, compartir las imágenes que los radares brasileños ya tienen del territorio paraguayo, haría que pasásemos --sin poner dinero-- y en forma inmediata, a acceder a una capacidad de inteligencia, a disponer de una fuerza operativa aérea y terrestre, y a la vez contar con personal preparado y armado, que ni en cien años podríamos aspirar a tenerlo! La sola aviación policial que cuida de la ciudad de San Paulo tiene más aeronaves que todo el Estado paraguayo y ejecuta un presupuesto anual más grande que todas nuestras fuerzas militares.

Seamos pragmáticos, la solución viable es diplomática, pero requiere sinceridad para admitir que necesitamos ayuda y audacia para abrir las puertas a que entre su asistencia, en un marco del Derecho Internacional que resguarde nuestra autodeterminación.

Hace mucho tiempo que el mundo está totalmente integrado e íntimamente interdependiente, la pandemia dejó ese hecho clarísimo. Seamos más íntimamente amigos de nuestro mayor socio comercial y nos ahorraremos un dinero que no tenemos y un tiempo del que ya no disponemos. 

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