Por Gabriela Teasdale, socia del Club de Ejecutivos.
En agosto de 1914, el barco británico Endurance zarpó hacia la Antártica bajo el mando del capitán Ernest Shackleton con el objetivo de desembarcar en el continente y recorrerlo de costa a costa. Pero antes de llegar a destino la nave quedó atrapada en el hielo con 27 marineros a bordo. Pasaron meses a la deriva antes de que el barco se hunda y la tripulación lograra huir en botes salvavidas. Finalmente, todos consiguieron llegar a tierra firme dos años después de su partida de Europa, en una historia milagrosa de supervivencia.
El capitán Shackleton es un ejemplo de liderazgo en momentos de crisis. Entendió que no valía la pena intentar salvar el barco ni retomar la misión de recorrer el continente. Los planes anteriores ya fueron irrelevantes: el objetivo era llevar a su gente a casa sana y salva. La travesía terminó sin una sola vida perdida porque el líder de la expedición tomó decisiones, cambió, se reinventó y utilizó todos los recursos disponibles para lograrlo. En suma, asumió su responsabilidad como líder y evitó así una catástrofe.
Estamos en un momento crítico en el que la crisis sanitaria nos está golpeando como nunca antes. Familias destrozadas por la pérdida de seres queridos, otras acampando en los hospitales y haciendo lo imposible por conseguir medicamentos y materiales hospitalarios, decenas de personas en espera de un lugar en cuidados intensivos. Una situación dramática por doquier y una sociedad harta de los malos liderazgos. La pandemia nos empujó a abrir los ojos y vivir en carne propia la ineficiencia e indiferencia de nuestros gobernantes en trabajar por el bienestar de la sociedad toda.
El liderazgo no es ocupar un puesto o tener determinado estatus. Y es complicado porque cuesta. No es fácil saber liderar. Son pocos los aptos para hacer historia con una visión y una manera de trabajar diferente. Son pocos los que se animan a dejar sus propios beneficios para beneficiar a todos. Son pocos los que hoy pueden llamarse líderes. Hay muchas personas dentro de nuestro sistema que ocupan un puesto pero no tienen liderazgo. Y en contrapartida, tenemos en Paraguay una inmensa cantidad de líderes anónimos, personas comunes que desde diferentes espacios están haciendo algo por servir y acompañar a los compatriotas que están pasando mal. Personas proactivas que nos muestran que unidos por la misma visión se pueden equipar hospitales con sofás, almohadas, mantas, etc. Personas que asisten a los están sufriendo fuera de los hospitales. Personas que apoyan con cánticos, oraciones o una simple mirada de consuelo. Esos son los líderes cotidianos que nuestro país tiene hoy, porque los que deberían velar por el bien común no tienen respuestas y menos soluciones para superar esta crisis.
Después de su travesía, el capitán Shackleton escribió a su esposa Emily: “¡Lo hice! No hemos perdido una vida y hemos pasado por el infierno”. Nuestro barco también se hundió y ahora nuestra misión es salvar vidas, nuestra única misión es esa. Tomemos acción, porque no hay tiempo que perder.
¡Seamos líderes!
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