El Paraguay que soñamos, el liderazgo que nos debemos
Por Raquel Dentice
Directora Club de Ejecutivos del Paraguay y Directora CFP - ConnectionFor People
A menudo nos detenemos a celebrar las cifras, leemos los titulares sobre el crecimiento del PIB, la estabilidad monetaria y el tan reconocido Grado de Inversión. Y aunque estos logros son dignos de encomio, hoy quiero invitarles a mirar más allá de los números. Quiero invitarles a detener nuestra mirada en las personas que hacen posibles esos números, y al horizonte prometedor que tenemos por delante si nos atrevemos a liderar con propósito.
Paraguay vive un momento histórico. Ya no somos una promesa tímida en el mapa regional; somos una realidad vibrante. Nos hemos convertido en un faro de estabilidad en un vecindario complejo. Esta nueva posición no es un trofeo para colgar en la pared, es una responsabilidad que debemos asumir, especialmente sobre quienes tenemos el privilegio de emprender y dirigir empresas.
El “milagro paraguayo" no es solo nuestra tierra fértil, sino también nuestra gente. Desde la industria del conocimiento y los servicios, soy testigo a diario de una transformación silenciosa y poderosa. Estamos pasando de exportar materias primas a exportar talento, empatía y soluciones. Nuestros jóvenes, con su resiliencia y su calidez innata, están demostrando que Paraguay puede ser el Hub de Servicios Premium de Latinoamérica.
Pero para hacer fuerte y persistente esta visión, necesitamos un nuevo modelo de liderazgo. Un liderazgo humilde, que entienda que la autoridad no nace del cargo, sino del servicio y la confianza. Los empresarios de hoy no estamos llamados solo a administrar rentabilidad, sino a construir una visión de futuro, a modelar nuestro querido país y a gestionar esperanzas. Cada puesto de trabajo que creamos en el sector formal es una historia de vida que cambia, una familia que progresa y un joven que decide quedarse a construir sus sueños aquí en lugar de forzosamente buscarlo afuera.
Construir valor implica invertir en la "materia gris" con la misma pasión con la que invertimos en infraestructura o en recursos. Significa entender que la tecnología y la Inteligencia Artificial son instrumentos con un fin, pero que el corazón de nuestra competitividad seguirá siendo nuestra capacidad humana.
Imagino un Paraguay referente no por lo barato de sus costos, sino por la excelencia de su capital humano. Un país donde el sector público y el privado se coordinen al mismo ritmo, sin burocracias para levantar oportunidades.
El escenario está preparado y listo, las luces están sobre nosotros. La oportunidad y la condición de agregar valor real y transformar nuestra sociedad están en nuestras manos. No esperemos a que el futuro llegue; salgamos a construirlo con coraje, con ética y, sobre todo, con la certeza de que el éxito de Paraguay es una obra colectiva donde todos aportamos nuestra mejor versión.
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