El patrimonio y su riqueza


Publicado en: 5 Días
Publicado el: 27-10-25
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El patrimonio y su riqueza

Un balance de la propia vida, donde el equilibrio entre riquezas mejoran nuestro patrimonio.

Por Matías Ordeix, socio del Club de Ejecutivos

En el mundo ejecutivo, es normal asociar directamente --y casi exclusivamente-- el término “riqueza” a dinero. Es normal, porque cuando hablamos de negocios, hablamos de resultados, rendimiento y utilidad. Vale decir, sea el “vil metal” siempre está presente. Sin embargo, sin querer (o queriendo) omitimos tomar en cuenta todo nuestro potencial “patrimonio”.

Ahora no estoy hablando de un balance contable, sino de un balance de vida, donde nuestro patrimonio está integrado por un conjunto de riquezas. Cada uno le dará prioridad según considere y, en mi opinión particular, si solo ponemos en un pedestal la económica, descuidando las demás, tarde o temprano la frustración llegará. Pero a medida que uno se vuelve más adulto, las prioridades cambian (que no sea tarde cuando haga el click).

Repasemos las riquezas más importantes con las que contamos, que de hecho podemos potenciarlas, y solo en momentos extremos muchas veces nos damos cuenta de su existencia. 

La riqueza intelectual, que es la vinculada a los conocimientos, dados tanto por la experiencia como por el estudio. También tenemos la riqueza social, capacidad que adquirimos con relacionarnos y tender redes con los demás. Importante también la emocional, compuesta por la autoestima, la resiliencia y el equilibrio interior.

Solemos hablar de pobreza espiritual. Y esto es porque la persona no tiene esa capacidad de conectarse con un propósito en la vida, con fe, vinculado muchas veces a la religión (riqueza espiritual). La riqueza física, vital para nuestra vida. 


Y, finalmente, una riqueza, que en mi opinión tiene mucho peso, la riqueza del tiempo. Podríamos decir que es la riqueza “más socialista”, más equitativa, pues todos tenemos en un día 24 horas, y el uso que le damos al mismo depende de cada uno. Cada minuto que perdemos, se pierde y no vuelve nunca. 

Entonces, ¿será que estamos disfrutando realmente de nuestra riqueza?


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