Por Matías Ordeix, socio del Club de Ejecutivos.
Venimos de una semana de gran tormenta, de violentos tornados e incluso hasta debemos prepararnos por si llega un tsunami. Pero no nos agarró de sorpresa. Pues esto viene anunciándose hace años, muchos años… Mientras los gobiernos cambian, los legisladores rotan y aparecen nuevas figuras en el poder judicial, también las probabilidades de fenómenos climáticos apocalípticos aumentan.
Estamos sentados en un polvorín. Y en cualquier momento explota. Hasta ahora, las chispas han generado pequeños incendios. Digo pequeños, porque lo peor puede venir si no atendemos los grandes cambios que la sociedad clama y demanda a gritos. Estas manifestaciones serán solo el comienzo. Sobre todo, si la reforma estructural que el país necesita no se impulsa y realiza por quienes tienen la lapicera.
Pero tampoco perdamos el foco. Los problemas que nos aquejan no es un tema solo del Ejecutivo, nuestro presidente y vicepresidente, o de los ministros. Esta crisis propiciada fundamentalmente por el alto nivel de corrupción e ineptitud de quienes comandan este hermoso país incluye a los tres poderes del Estado. Por ende, no es un tema solo de Gobierno, es una cuestión de Estado.
Entonces, la pregunta es ¿Quiénes mandan? Particularmente creo estamos en manos de un sistema parlamentarista. Pues son ellos los que constantemente amenazan con juicio político al presidente, o sea lo controlan. Son ellos quienes ejercen presión e injerencia directa en el corrompido Poder Judicial. Este Parlamento está altamente contaminado. Podemos contar con los dedos de la mano los legisladores que son decentes, y que verdaderamente luchan por un Paraguay mejor. Los demás nos han llevado, y nos siguen llevando, a un callejón sin salida.
Si ese modelo no podemos cambiar, preparémonos para lo peor. Un país en llamas, una economía que dejará de crecer, inversionistas que saldrán corriendo, más y más pobreza.
¿Qué les pasa señores legisladores? Señor presidente y vicepresidente, ministros, gobernantes en general… ¿No escuchan, no ven, no miden las consecuencias de no cambiar? La gente está realmente cansada, ha perdido la paciencia. El pueblo se ha pronunciado en forma directa… ¿Son sordos, ciegos?... El polvorín va a explotar sino procuran urgentemente un cambio real de rumbo.
Crisis sanitaria, penurias educativas, gestiones deficientes… Pero más allá de los problemas mencionados, la gente está harta del robo, de los corruptos, de la impunidad, de los privilegios y de la altísima ineficiencia del Estado. No es un problema exclusivamente de “Marito”, es un problema de todo el Estado. Y por supuesto, están también los mal llamados “empresarios” o bien llamados contratistas, comisionistas o coimeros, que viven de la “teta” del Estado.
La manifestación pacífica es un derecho. Hoy muestra su gran descontento. Es el momento ideal para hacer mea culpa, ver dónde están fallando nuestros representantes, y procurar un real cambio. Dios quiera que el mensaje llegue, y veamos pronto destellos con luz de esperanza.
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