Fenómeno pos-pandemia: la especulación


Publicado en: Última Hora
Publicado el: 16-11-21
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Por Luigi Picollo, socio del Club de Ejecutivos.

Al parecer la pandemia en su aspecto de salud está más controlada. La gente que ha querido vacunarse ya completó ambas dosis, consecuentemente en los eventos se solicita el carnet de vacunación al ingresar y así poder relacionase sin tapabocas. Pero hay una ola que nos impacta durísimo y no es en nuestra inmunidad, sino en nuestra economía, donde los costos se descontrolan y la incerteza empaña la visión a medio plazo. Hay varios motivos, algunos se pueden medir, otros se intuyen.

Existe un quiebre de la cadena de suministros a nivel global. Durante la pandemia las empresas redujeron sus inventarios al mínimo y cortaron inversiones. Ahora con un mínimo de aumento de demanda todo falta. Quedo claro que cortar gastos y suspender colaboradores fue hasta rápido y fácil dentro del entorno del pánico que produjo el Covid-19. Pero retomar la producción, re-contratar, competir en el mercado de recursos humanos contra los planes sociales y una ética de trabajo bien relajada del pasado reciente, está siendo mucho más difícil. Las personas también cambiaron. La competencia social que causaba un consumismo enfermizo dio lugar a una búsqueda de calidad de vida donde menos es más. Entonces la producción esta muy atrás de la demanda.

La manufactura subcontratada en el país que lo produce más barato, y la compra de componentes en el lugar más recóndito del planeta, dejó a todos muchísimo más interdependientes y vulnerables de lo que éramos consientes. Quedo evidente que cualquier producto con un supuesto certificado de origen, en realidad contiene componentes que provienen de innumerables localidades, por lo que la falta de un componente que cuesta centavos, impide que se entregue un bien que vale millones.

Ahora, si llegasen a entregar en origen los bienes adquiridos, no hay como transportarlo hasta el destino final. El 2020 presenció la mayor caída en el intercambio global de mercaderías de la historia según el WTO. La crisis de los contenedores es un desbarajuste sin precedentes de toda la logística mundial. La actual congestión en los puertos, falta de capacidad de almacenamiento, escasez de transporte terrestre, y demás componentes de una máquina extremadamente sincronizada y sofisticada en su naturaleza just-in-time se coaguló a nivel mundial. Sus costos se multiplicaron violentamente, y la fecha de entrega se tornó imprevisible. 

Esta explosión de incidentes representa una pandemia de problemas que aumentan los riesgos corporativos en sus ventas, su producción y sus compromisos. Nadie cumple lo que promete porque nadie sabe siquiera dónde está parado. Después de pagar el anticipo, hay que rezar y esperar. 

La conjunción de estos factores ha generado una inflación real en cualquier moneda, los costos aumentaron desproporcionalmente y los precios se fijan en función de la desesperación del comprador. El que se apura se monta en un costo muy alto que, de no repasar rápidamente al próximo comprador más impaciente aún, puede implicar clavarse con un inventario a precios invendibles. El que se apura puede perder mucho.

Estamos en un periodo de especulación extrema, particularmente muy peligroso para tomar decisiones a mediano plazo. Pues sabemos que con el tiempo el punto de equilibrio global se estabilizará en cifras cercanas a las del 2019, más lógicas y bajas. Los mercados reflejan mucho optimismo, pero este puede esfumarse si las dificultades duran más de lo esperado. Hoy no decidir, ser prudente, postergar grandes apuestas, puede ser una decisión razonable. Mantenerse al margen de la euforia pos-pandemia, donde muchos se hacen ilusiones porque quieren pensar así, puede ser una actitud sensata. En esta confusión escuchar a la intuición es ejercitar la inteligencia más sofisticada que tenemos. Recordemos que la carrera es a largo plazo. Y el largo plazo es la suma de buenas decisiones a corto plazo.

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