Innovar o desaparecer: enseñanza del Nobel de Economía 2025 al Paraguay
Por Claudio Acosta, director del Club de Ejecutivos
Hace unos días el Nobel de Economía 2025 fue entregado a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt. Entendiendo las razones de su premiación veo que no fue un premio más; fue una forma de decirnos algo incómodo pero cierto: la innovación mueve el mundo, y muchas veces rompe lo que conocíamos como seguro.
Esto debería resonar fuerte en las oficinas y salas de reunión de los ejecutivos en Paraguay.
La teoría de la “destrucción creativa” formalizada por Mokyr, Aghion y Howitt suena dura, y en el fondo lo es. Ellos explican que no es un eslogan bonito, sino que cada avance que empuja la productividad empresarial también debe dejar cosas atrás. Nuevas tecnologías, nuevos modelos, nuevas prácticas, todo eso reclama espacio y empuja a los viejos actores a adaptarse o a perder relevancia.
En la realidad paraguaya, eso se ve en industrias, comercios y negocios que todavía se aferran a métodos que siempre se hicieron así mientras el mercado no para de cambiar allí afuera.
Para un ejecutivo del país esto no es teoría académica: es una decisión cotidiana. Innovar no puede ser un proyecto aislado que se hace cuando sobra tiempo o presupuesto. Tiene que ser el motor permanente en su organización.
Esto significa destinar recursos a experimentos que quizá fallen, aceptar que habrá líneas de negocio que habrá que ordenar o cerrar, y pensar con anticipación cómo mover personas y capacidades dentro de la empresa antes de que la competencia lo haga.
También hay una dimensión humana que muchos olvidan. Crear cultura significa tolerar el error y premiar el intento, no sólo el resultado perfecto. Empresas que permitan ensayar, equivocarse y aprender van a incorporar tecnología mucho más rápido y a cuidar a su gente.
En Paraguay hay muchas pymes con estructuras tradicionales; no es que estén condenadas, pero sí deben combinar una mentalidad más abierta e innovadora con disciplina operativa para no quedarse atrás.
Y no todo recae en la empresa. La transición tiene un costo social real. Si se empuja la modernización sin pensar en la reconversión, se amplían las brechas. Un liderazgo responsable acompaña los cambios con formación, redes para recolocación y acuerdos con el sector público para que la innovación sea una oportunidad real y sostenible.
No estoy hablando de cambiar por cambiar. Hablo de rearmar portafolios, reenfocar talento y ajustar la cultura para que la transformación no sea traumática sino estratégica. Los que actúen ahora, aunque cueste, no sólo sobrevivirán a la ola de cambios, la convertirán en ventaja.
En pocas palabras: el Nobel de economía 2025 nos recuerda que la innovación no es una moda, es una fuerza que redistribuye poder económico. Paraguay puede elegir aferrarse a lo conocido o construir su futuro. No hay zona neutra: o te mueves, o te quedas atrás. La innovación no espera a nadie.
Claudio Acosta - Director del Club de Ejecutivos
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