Por Raquel Dentice, directora del Club de Ejecutivos.

La gestión del talento no es solo un enfoque reactivo, sino un compromiso proactivo 

En la era de la experiencia del colaborador (EX), la gestión del talento se erige como un pilar estratégico para las organizaciones modernas. Más allá de la contratación y el desarrollo profesional, la retención de talentos se presenta como un desafío clave. Una experiencia del colaborador excepcional no solo crea un entorno laboral atractivo, sino que también fortalece los lazos entre la organización y sus profesionales valiosos.

La atracción de nuevos talentos se vuelve más eficaz cuando se construye sobre una cultura empresarial centrada en la experiencia del colaborador. Esta última va más allá de las ventajas tangibles, como salarios competitivos, abordando la esencia de un ambiente laboral positivo que resuena con los valores y expectativas de los empleados potenciales.

La creatividad e innovación, motores cruciales en la competitividad actual, florecen en un entorno donde la experiencia del colaborador es valorada. La sensación de bienestar y aprecio potencia la creatividad, con ideas innovadoras que impulsan el crecimiento empresarial.

El equilibrio vida-laboral es un componente esencial en la gestión del talento. Ofrecer flexibilidad y apoyo para la vida personal de los colaboradores mejora su bienestar y también impacta su desempeño laboral y su compromiso a largo plazo.

Una cultura de aprendizaje continuo nutre el crecimiento profesional. La capacitación constante y la promoción del desarrollo individual contribuyen a la adaptabilidad de la fuerza laboral, creando un ambiente donde los empleados se sienten empoderados para evolucionar con los cambios del mercado.

La comunicación abierta fomenta la retroalimentación, la transparencia y construye relaciones sólidas entre líderes y colaboradores.

Formar líderes que valoren y prioricen la experiencia del colaborador contribuye a la creación de un entorno de trabajo positivo y sostenible.