La nueva movilidad


Publicado en: Última Hora
Publicado el: 29-03-21
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Por Antonio Espinoza, director del Club de Ejecutivos.

En enero de este año, la presidente de la multinacional General Motors, Mary Barra, hizo el sorprendente anuncio que para el año 2035 la empresa habrá cesado la producción de vehículos movidos a nafta y diésel. La declaración tuvo un impacto sísmico en la industria automotriz, ya que GM (como se la conoce), junto con Volkswagen y Toyota, es uno de los tres mayores fabricantes de vehículos en el mundo, con marcas tan conocidas como Chevrolet, Cadillac, Buick y Opel.

El cambio representará una tarea de gigantescas proporciones para la empresa, que con más de 130 fábricas en 30 países produce unos 7 millones vehículos por año. En menos de 15 años deberá transformar toda su cadena productiva, y con este fin, solo en los próximos cuatro años, invertirá 20.000 millones de dólares.

GM no es única en este sentido. La mayoría de los grandes fabricantes han indicado su intención de ir reconvirtiendo su producción a vehículos sin emisiones, movidos por las normativas que están siendo implementadas en grandes mercados como China y los países europeos. China es el mercado más grande, representando un tercio de las ventas mundiales de vehículos, y ha indicado que para 2035 ya no permitirá la venta de vehículos con motor de combustión interna. Holanda, Irlanda, Suecia y Eslovenia harán lo mismo, pero desde 2030, y Gran Bretaña y Dinamarca desde 2035.

El principal motivo de estas normativas es la preocupación por el cambio climático, por las emisiones de carbono y por la polución ambiental, preocupación que se irá acentuando con el transcurso de los próximos años.  Los efectos se sentirán en todo el mundo, con repercusiones en diversas industrias y en los mercados laborales. También en Paraguay, aunque no cuenta con grandes industrias automotrices ni de fabricación de componentes mecánicos.

Un motor a combustión interna tiene unas 2.000 piezas móviles, un motor eléctrico solo unas 20. En un automóvil eléctrico no hay aceite que cambiar, ni filtros, ni válvulas, ni silenciadores, ni cajas de cambio, reduciendo dramáticamente la demanda de servicios mecánicos. Las estaciones de servicio se irán reconvirtiendo a estaciones de carga rápida, pero como la mayoría de los usuarios urbanos recargarán en sus viviendas, la demanda de recarga será principalmente en las rutas.

Uno de los grandes impactos será en la demanda de energía eléctrica, inicialmente de vehículos livianos, hoy movidos a nafta. Conforme con las tendencias actuales, para fin de esta década nuestro consumo de naftas estaría en el orden de 1.700.000 toneladas anuales, que en términos eléctricos equivale a unos 8.000 Gwh. Para dimensionar, esto representa aproximadamente el 20% del total de la energía de Itaipú que le corresponde a Paraguay.

No todo el parque automotor se electrificará para entonces, pero la tendencia estará dada. Y este consumo será adicional al crecimiento vegetativo de la demanda doméstica, comercial e industrial de energía en el país. También debemos tener en cuenta la gradual electrificación del transporte pesado y de pasajeros movidos a diesel, que tardará un poco más en realizarse, pero que representa más del doble del consumo de naftas.

El anuncio de General Motors es, para nosotros, un toque de alerta sobre lo que se viene, con plazos definidos, y no podemos ignorarlo. Los responsables de planificación, tanto en el sector privado como en las distintas áreas de gestión del Estado, sean educación, capacitación laboral, transmisión y distribución eléctrica y muchos otros, deben definir cómo se adaptarán y prepararse para esta nueva realidad.

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