La tragedia invisible


Publicado en: Última Hora
Publicado el: 12-07-21
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Por Yan Speranza, past-president del Club de Ejecutivos 
Claramente la pandemia ha tenido y sigue teniendo efectos devastadores en muchos sectores. Por razones obvias, la cuestión sanitaria es la más visible y preocupante hoy, pues se trata de la propia vida de las personas.

Luego tenemos el tema económico en general, con impactos muy significativos en diversos sectores y con un altísimo stress en las cuentas fiscales. Esto efectivamente empeora la calidad de vida de cientos de miles de familias paraguayas y genera mucha incertidumbre sobre cómo podrá darse un proceso de recuperación, lo más rápido posible.

Sobre estos temas hablamos y debatimos profusamente y estamos, como sociedad, muy pendientes de las medidas que se van tomando para ir saliendo de esta situación tan dramática.

Sin embargo, percibo que no dimensionamos en la medida de lo necesario el enorme impacto de la pandemia en el sistema educativo, y qué debemos hacer para recuperarnos del mayor shock en la historia reciente en la educación.

Hace unos meses el Banco Mundial generó un interesante primer estudio sobre los impactos de la pandemia en los sistemas educativos de la región. Utiliza por ejemplo el término “pobreza de aprendizaje” para explicar la situación de un niño o niña que al terminar el ciclo primario (10-11 años), no es capaz de leer y entender un texto simple.

Como región ya estábamos muy mal en dicho indicador clave antes de la pandemia, con alrededor del 50% de los estudiantes en dicha situación de pobreza de aprendizaje. Durante la pandemia, eso se disparó a un 63% y sigue empeorando.

Si se toma un indicador similar para los jóvenes de secundaria, la mayoría de los cuales muy pronto saldrán al mercado laboral a tratar de ganarse una vida digna, alrededor de 3 de cada 4 jóvenes no llegan al nivel mínimo de aprendizaje, siempre tomando esta referencia básica de poder leer y comprender un texto.

En nuestro país, de acuerdo con las evaluaciones de aprendizajes censales realizadas en los años 2015 y 2018, ya teníamos niveles extremadamente preocupantes de aprendizajes.

En términos generales, alrededor del 70% de nuestros niños y jóvenes no llegaban ya al nivel mínimo de aprendizaje esperado para su edad y ciclo en este periodo pre-pandemia.

Es decir, esos números tan preocupantes del estudio regional a causa de la pandemia, ya los teníamos nosotros en el Paraguay antes de la misma. Evidentemente, podemos suponer que esa pobreza de aprendizaje ha aumentado de vuelta significativamente en nuestro país en estos dos últimos años.

El proceso de aprendizaje en el sistema educativo está en cuestión desde hace varios años, pero claramente el cierre de las escuelas a la presencialidad ha profundizado dicho problema, pues en realidad nuestros sistemas no estaban preparados para migrar hacia la virtualidad. La tecnología está disponible en teoría desde hace rato, pero no tenemos ni la infraestructura ni las capacidades necesarias para esa migración tan drástica.

El estudio del Banco Mundial menciona que esta situación podría ocasionar un retraso en la escolaridad de al menos 2 años para la gran mayoría de los niños y jóvenes de la región, Y además se profundizarán las brechas entre aquellos pocos que sí tuvieron la oportunidad de continuar de manera adecuada con sus procesos de aprendizaje y el resto de la gran mayoría de la población estudiantil.

Las consecuencias de toda esta situación para el país son enormes, puesto que limitamos seriamente las posibilidades de desarrollo personal y profesional de cientos de miles de paraguayos.

Por ello, esto debe dejar de ser una suerte de tragedia invisible, Y como sociedad debemos enfocarnos en cómo reducir y revertir urgentemente este impacto negativo.

La vacunación masiva contra el COVID nos empieza a mostrar una luz al final del túnel. Necesitamos también enfocarnos de manera urgente en la vacuna contra la pobreza de aprendizaje en el Paraguay.

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