La voz de todos se democratizó


Publicado en: Última Hora
Publicado el: 30-09-25
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LA VOZ DE TODOS SE DEMOCRATIZÓ

Vivimos en tiempos de transparencia

 

Por Luigi Picollo, socio del Club de Ejecutivos.


Para reconocer los cambios es necesario recordar cómo era antes para luego inferir cómo es ahora. Anteriormente las noticias se comunicaban exclusivamente a través de la prensa tradicional, respetando ciegamente lo que decían esos medios, los cuales eran usualmente impresos o por la televisión. Lo que estaba escrito en los libros eran verdades porque estaban “impresas”. La famosa frase que “cuando una mentira se repite con frecuencia se convierte en verdad” era un método efectivo. Y así la palabra proveniente de una autoridad venía revestida a priori de respeto y credibilidad. Los hijos respetaban a sus padres y los funcionarios a sus jefes.


Hoy vivimos una era muy diferente, ya que la credibilidad de cualquier autoridad por sí misma a disminuido muchísimo. En efecto, lo que esté impreso no es más tomado al pie de la letra y se vuelve obsoleto el mismo día que sale a la venta. Es un momento donde todos desde cualquier lugar del mundo pueden dar su opinión con solo tener acceso a un teclado. Nunca las mentiras tuvieron patas tan cortas. Es la razón por la que estamos en la era de la inevitable e inocultable transparencia, donde no se puede esconder nada por mucho tiempo y todo el tiempo.


El concepto de la libre expresión se interpreta ampliamente incluyendo la palabra escrita, la expresión verbal, las actitudes simbólicas, la vestimenta, el uso de símbolos, en el día a día físico y en las virtuales redes sociales. ¡Tal libertad nunca existió en la historia de la humanidad! Al considerar el aspecto “virtual” donde alguien puede grabar un video estando en una localización segura y siendo visto por miles de personas en países diferentes, las fronteras desaparecen, la libre expresión evade la legislación restrictiva de los países. Ahora todos pueden hablar desde un lugar seguro.


El efecto concreto en la sociedad es que ya no se puede esconder algo incorrecto,  puesto que no demorará en salir a la luz pública. Una mala persona por más astuta y elocuente, aunque se venda bien llegará hasta un techo, el cual es cada vez es más bajo, debido a que carece de algo fundamental: la Ética. Para ser un gran profesional uno debe ser excelente, comprometido y realmente ético. La ética en su aspecto más utilitario y funcional (sin implicar el moralismo banal), busca que el comportamiento del individuo sea orientado para beneficio del grupo o de la sociedad, apartando al individuo que solo busca el más rápido beneficio/ambición personal arriesgando grupo o a la misma sociedad.


Una mala persona nunca alcanza una excelencia profesional duradera. Los mejores profesionales no solo dominan técnica y cognitivamente su trabajo, sino mantienen una visión que transciende sus egos e intereses personales con un propósito mayor. La ética ya no es un lujo, es un pilar. El compromiso ético se establece antes del éxito. Para llegar a la excelencia no es suficiente dominar una habilidad específica, se requiere de carácter, de ser genuinamente una buena persona. La alta transparencia del tiempo en que vivimos expone con visibilidad a quienes no son buenas personas, y ocasiona más rápidamente su caída. El ciclo de las consecuencias acontece con mayor rápidez porque todos pueden hablar. No existe nada que se pueda ocultar de todos. No existe el crimen perfecto. La gastada estrategia de la astucia de darle un giro a un tema, manipular una cuestión para darle una perspectiva particular ya no causa adherencia. Y cae ineluctablemente por su propio peso.


Hoy todo pasa por el criterio de los observadores que nos rodean. Los más cultivados académicamente aplican el “pensamiento crítico”, la mayoría aplica algo más simple “el sentido común”. Vale decir, una inteligencia sencilla, intuitiva, coherente, práctica, más cerca de una razonable obviedad natural. Esto tiene una aplicación ya sistemática dentro de la empresa a los directivos y accionistas. Y de igual manera se aplica en todo un país que observa a sus líderes. De ahí que es crucial entender que “puedes entrenar la habilidad, incluso el cinismo, pero no el carácter, la autenticidad. Por eso hay que contratar y elegir con inteligencia, actitud crítica y racionalidad. Pues públicamente ha llegado el fin de la impunidad.


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