Por Patricia Nieto, socia del Club de Ejecutivos.
Tengo una creencia muy firme: Dios no puede comunicarse conmigo vía WhatsApp o correo electrónico para contarme qué tengo que mejorar. Por lo tanto, me pone frente a situaciones desafiantes para que yo aprenda y desarrolle todo mi potencial. Jamás me pondrá ante situaciones que Él considere que no estén dentro de esa capacidad.
Con esa creencia, he atravesado muchas cosas en la vida (3 crisis económicas anteriores, el fallecimiento de mis padres y abuelos, enfermedades mías o de mis hijos, entre tantas cosas más.) La pandemia y la consecuente cuarentena no ha sido la excepción, sino es una escuela más. ¿Cuáles fueron algunas cosas que aprendí?
Se reforzó en mí la creencia que el futuro no lo podemos controlar. Lo podemos planificar, diseñar, pero siempre habrá factores que estarán fuera de nuestro alcance.
Cuando Él cambia el contexto necesitas cambiar las estrategias. Cuando planificas una meta, estableces acciones para lograrlas y estas se convierten en tu plan. Este plan no puede ser rígido, porque si las circunstancias cambian, necesitarás hacer ajustes.
Lo más importante es el problema del cliente. Es un tema que ya lo venía trabajando desde antes y en esta situación cobró más importancia. Si los problemas del cliente cambian o sus prioridades se alteran, las organizaciones necesitan estar atentas y ajustar su oferta.
La vida es lo más importante. Podés tener el dinero del mundo, todos los bienes que quieras y de nada te servirán frente a la posibilidad de que tu salud pueda estar en peligro o perder la vida.
Valores firmes nos facilitan la toma de decisiones. Los valores se convierten en parámetros. Si los tenemos claros y si los vivimos en nuestro día a día, el proceso de tomar decisiones es mucho más ágil.
La gestión emocional es importante. No podemos evitar tener miedo, preocupación, ansiedad, desmotivarnos. Qué hacemos con estas emociones es la clave para avanzar.
Tenés que estar preparado para los imprevistos. Eso ya me lo enseñaron las 3 crisis económicas anteriores. Contar con un colchón de ahorro para imprevistos permite que tengas mucha más tranquilidad en el momento en que las papas queman.
Las prioridades pueden variar fácilmente. Lo importante puede pasar a ser superficial y aquello que damos por sentado puede pasar a ser esencial. No solamente lo viví mirando mis propias prioridades, sino observando también la modificación de las prioridades de mis clientes.
La capacidad de adaptación es fundamental. Una vez más, no son los grandes los que sobreviven, sino los más rápidos. Necesitamos aceptar el cambio lo más rápido posible para abrirnos a aprender e innovar.
Estos son algunos de los aprendizajes que obtuve. Como esto aún no termina, estoy segura que tendré muchos más de esta escuela. Y vos, ¿qué aprendizajes tuviste?
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