Por Raquel Dentice, directora del Club de Ejecutivos.

La transformación digital se ha convertido en uno de los anhelos más importante en nuestras empresas.

Es preciso entender su alcance y como puede aterrizar en cada organización. En sí, implica integrar la tecnología digital en todas las áreas de la empresa modificando el modo en que opera y entrega valor. Requiere de la innovación, de una metodología de trabajo, de un significativo abordaje en las personas, la cultura y trazar una hoja de ruta.

La transformación puede tener diferentes enfoques, objetivos, procesos y estrategias que son priorizados por los equipos y la dirección. Uno de los enfoques puede ser abordar el talento, y la manera en que interactúan, son gestionados y desarrollados en relación con la tecnología; también lo es la experiencia del cliente y la omnicanalidad, el autoservicio y todas las interacciones a través de los canales digitales.

Como proceso de cambio, necesita de un declarado interés por parte de la dirección y del compromiso de todos los equipos. Cada persona identifica cuál es el rol en la transformación, con empoderamiento y convicción. Implica también incorporar metodologías ágiles, impulsar la innovación e invertir en la formación y desarrollo de las personas. Y por sobre todo en la gestión del cambio.

La transformación digital permite evolucionar, junto con el cliente y sus necesidades, y genera capacidades para adelantarnos y predecir sus comportamientos. También ayuda a la automatización de tareas para agregar más valor y convierte a las acciones, interacciones y procedimientos en datos.

La velocidad es la nueva moneda en los negocios. Debemos ser rápidos a la hora de cumplir con las necesidades o expectativas de los clientes y colaboradores.

Un viaje de transformación digital mueve una organización de un mundo definido por el proceso a un mundo basado en datos. Esto nos permite entregar una experiencia de cliente completa “a tiempo y en su totalidad”.