Por Laura Ramos, socia del Club de Ejecutivos.
Hoy en día el comerciante debe ser un malabarista profesional. Esto se debe a que necesariamente tiene que estar controlando que todas las variables o pelotas que maneja sigan su curso y no terminen cayendo al piso o bien, en otras palabras, no terminar en la banca rota.
En esta época debemos agregar a todas las variables ya conocidas de la economía, formal e informal, que nos rodean con las cuales debemos subsistir en el contexto a la ya tan conocida pandemia. Y no es dato menor el tener que lidiar con la burocracia y la competencia desleal que existe con la informalidad. Así también con un virus que no solo nos impacta en el comercio, sino pone en riesgo nuestra existencia física y la de nuestros seres queridos. Además de todo esto, como comerciantes debemos analizar en nuestro balance diario el poder alivianar la carga a aquellos que forman parte de nuestras organizaciones o a quienes nos rodean que no tienen las mismas posibilidades o accesos económicos que tienen otros.
Tenemos que necesariamente salir de la postura pasiva de esperar que el sector público resuelva los problemas pendientes, ya que de esa manera probablemente no nos dé la vida para ver los cambios que tanto anhelamos. No es para ser pesimista, pero no podemos ser ingenuos al ver las noticias y entender cuál es el foco de muchos políticos y sus prioridades como, por ejemplo, en los últimos días al presentar un proyecto de ley que pretende que las invasiones a propiedades privadas dejen de ser delito.
Claramente, hay políticos que no tienen la cabeza enfocada en el bien común, la mejora continua de la calidad de vida del ciudadano, sin dejar de lado el respeto por el otro y su trabajo. Por lo tanto, dentro de ese malabarismo de variables debemos ser capaces de agregar otras más, y no solo incluir el desafío comercial sino ver cómo hacer para que mientras estamos peleando varias batallas podamos de paso mirar a nuestro vecino e intentar dar una mano. Lastimosamente, no son pocas las familias en el país que han sido tocadas por esta nueva y dura realidad, por lo que la solidaridad y la empatía deben ser valores que debemos tener muy presentes.
No debemos dejar de lado que esto implica un trabajo en equipo donde la batalla la estamos librando todos. Estoy convencida que el cambio se dará desde la ciudadanía que, sin mezquindades, se brinda al que más necesita en este momento. El paraguayo es una persona caritativa y generosa que seguramente vencerá esta dificultad, así como tantas en su historia. Y reconstruirá con trabajo y esfuerzo todo lo que la pandemia nos está sacando.
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