¿Para que trabajamos?


Publicado en: La Nación
Publicado el: 10-11-25
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¿Para qué trabajamos?

Matías Ordeix, socio del Club de Ejecutivos del Paraguay

Al momento de la redacción de esta columna, estoy a unas horas de compartir una presentación con otros empresarios y gente amiga en un conversatorio organizado en la Universidad Católica. Pero esta no es una charla más, donde contamos los vaivenes y transitares de un empresario, o como es ese lindo camino --aunque complicado-- de emprendedor a empresario.

Igualmente, por más que ya tengo unos cuantos años de ejecutivo-empresario, me sigo considerando un emprendedor. No en todos los casos uno puede volverse directamente empresario, luego de ser emprendedor, y cambie un título por otro. En mi caso particular, al igual que otros amigos, seguimos siendo emprendedores, por muchos que nos consideren solo empresarios. Porque el emprender es tener la vela encendida, con una llama que no se apaga, porque si perdemos esa pasión por los nuevos desafíos, por los nuevos emprendimientos, podremos caer en un conformismo peligroso.

Volviendo a la pregunta del título, que será parte de la presentación empresarial, la misma me hizo reflexionar más de lo esperado. Si somos simplistas, y solo respondemos que “trabajamos para ganar dinero, para crecer, para un mejor pasar”, pienso que nos quedamos cortos en su explicación y en la respuesta al ¿Por qué trabajamos? 

En mi caso, he tenido la fortuna, desde que estoy a cargo de mi empresa, que “amo” lo que hago, me encanta trabajar en lo que hemos creado. No todo el mundo siente una altísima pasión por lo que hace, con el “bonus track” que es muy redituable. No trabajo por el dinero que me genera, esto es el resultado del placer de trabajar en mi empresa. Es importante, pero es el fin último (aunque debe siempre darse, sino seriamos una ONG).

Trabajo primeramente para sentirme vivo, me siento útil trabajando, liderando equipos, enseñando a mi gente, compartiendo experiencia y potenciando las habilidades de cada integrante de la organización que presido. 

También trabajo porque me siento útil ante mi sociedad, mi país y creo que de algún modo aporto a colaborar con un mundo mejor. Esta sensación de aportar a la sociedad es importante, no solo con el trabajo que realizo, sino con el gran trabajo que realizan todos aquellos que dependen de nuestra empresa, todos los colaboradores que, con su aporte de gestión, crecen y construyen. 

Por otro lado, al trabajar, activamos nuestro lado creativo, nos auto-estimulamos, en un modo de mejora continua y constante crecimiento. Aunque muchas veces la vorágine de la operación no nos permita tanto tiempo para la creación, esta es clave para seguir prosperando como profesional, inmerso en un superior ecosistema empresarial.  

Esta reflexión también invita a los ejecutivos y empresarios a encontrar nuestro propósito, tanto personal como empresarial. Encontrarle un sentido a nuestro trabajo. Si solo nos vemos motivado por lo económico, quizá llegue el cansancio en su momento, y el trabajo no tendrá más sentido. Sin embargo, si nuestra razón de trabajar va mucho más allá de lo financiero, es ahí donde adquiere sentido nuestro actuar en el trabajo y contribuye a seguir apasionándonos por lo que realmente amamos.

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