Por Matías Ordeix, socio del Club de Ejecutivos
Nuestro país ha avanzado muchísimo estos últimos años, a pesar de la mayoría de los políticos. Esto se debe principalmente a que, quienes son los principales artífices del crecimiento económico son el sector empresarial, los privados, que invierten, apuestan al país y generan oportunidades económicas para más gente. Si Paraguay tuviese un Congreso, intendentes, y otros representantes políticos más serios y preocupados realmente por la sociedad, seriamos la envidia mundial.
Llevo 24 años viviendo en Paraguay, país que me vio nacer, y que luego por razones familiares y corazón compartido he residido gran parte de mi vida en nuestro querido hermano Uruguay. En todos estos años, unos 5 a 6 gobiernos, he visto cómo el deterioro en la calidad política se hace cada día más evidente. Principalmente en nuestro “honorable” Congreso.
En cada elección, la rotación tanto en diputados como senadores va de mal en peor. Hoy el político legislador, salvo excepciones, es una persona con baja preparación académica, falta de interés real por el pueblo, valores casi nulos y cero principios. Honestamente, díganme ¿cuántos más, de los contados por una o tal vez dos, son representantes decentes?
Algo no funciona, si la mayoría de la gente, los conoce, saben sus antecedentes, como “piko” nuevamente los tenemos en nuestro Congreso. ¿Cómo puede ser que siempre logran posicionarse como los más votados? Y esto es real, no podemos cuestionar la eficacia de una elección limpia.
Entonces si el voto es real, las elecciones se realizan con total transparencia, quiere decir que queremos que estos “impresentables” nos sigan representando. Estamos en el horno, porque somos nosotros (no yo) somos quienes los votamos. Y la pregunta del millón, ¿porqué los votamos? Y la siguiente pregunta de los diez millones, ¿cómo cambiamos esta triste realidad?
Creo que una de las cosas en la cual todos debemos involucrarnos es en la educación de la gente. Porque mientras sigamos siendo educativamente pobres, la ceguera e ignorancia afloran. Y la elección del candidato se hace con carencia de raciocinio. Por un asado, por un cien-í, “porque en la seccional me ayudaron a conseguir un remedio”, y por otras prácticas habituales de los políticos chantas, consiguen que los voten…
Y la educación no solo es mediocre. Es antigua, los chicos deben aprender de “memoria” las lecciones, donde el espíritu crítico, razonamiento colectivo, deducción lógica y otros tantos que hacen al “avivamiento” de los jóvenes es opacado por una educación anacrónica.
Pero esto no es solo culpa de los políticos. Tan culpables son ellos como nosotros los empresarios cómplices. Que, viendo una realidad económica favorable en nuestros negocios, ya es suficiente para sentirnos contentos. No siento orgullo de ser empresario si no ayudo a la sociedad, si no les pago los estudios a mi gente para que se preparen, no los envió a cursos y nos les doy una mano para crecer. Si todo el sector empresarial estuviese realmente involucrado en la educación, nuestra realidad, honestamente, sería otra.
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