Por Matías Ordeix, socio del Club de Ejecutivos.
Emprender una empresa o negocio quizás no sea tan difícil. La dificultad radica en permanecer en el tiempo, continuar creciendo, y sobre todo no sucumbir ante los embates de la batalla cotidiana o las guerras que cada tanto aparecen.
Uno prevé, si habitualmente hace un buen plan estratégico, riesgos básicos y caminos alternativos cuando las tormentas se avecinan. Sin embargo, ¿Existe empresario/emprendedor que haya previsto la dura pandemia? Ni el más precavido o cuidadoso hubiese colocado al COVID como factor de riesgo.
Pero pasada la tormenta principal de esta lamentable pandemia, los golpes siguen dándose. Quizás no tan duros, tal vez más previsibles. Una sorpresiva guerra entre Rusia y Ucrania, con impacto directo en nuestra economía, provocando crisis de petróleo y aumentos inflacionarios importantes, o una dura sequía son factores externos que pueden hundir nuestros barcos, pues bastante a la deriva ya estaban apenas flotando.
Entonces, no solo debemos pensar en la resiliencia, o sea el poder levantarnos de vuelta luego de una golpiza. Si no, además, de gran resistencia ante las olas gigantes que golpean nuestras naves. “Todos a los botes de emergencia” grito el capitán en plena pandemia, algunos se salvaron otros sucumbieron. No todas las embarcaciones tenían salvavidas, y penosamente perecieron. Otros grandes buques se llenaron de hoyos que hasta la fecha no han podido ser completamente reparados.
Pero lo más importante ante estas grandes tormentas son las familias de los tripulantes. Esposas o esposos, madres, familiares ancianos e hijos que dependen del fruto del trabajo de cada marinero, que ante tan dura tormenta y tan poca ganancia, el capitán ya con muy poca cintura, se ha visto forzado a reducir su equipo.
Esta el papá Estado, que debería actuar también con mucha inteligencia y apoyar estos emprendimientos para evitar su naufragio, o ayudar a las familias de los damnificados. ¿Hemos tenido en estos tiempos un Estado presente y colaborativo? Les dejo a ustedes esta respuesta…
Emprender no es para todos sin duda alguna. Puede ser muy satisfactorio cuando es momento de “vacas gordas”, pero muy angustiante cuando los números no cierran. La creatividad, el trabajo en equipo y la reingeniería interna toman gran preponderancia, sobre todo, en los momentos difíciles. Para muchos es más sencillo depender de un salario, que es muy válido también, pues es quizás “más seguro” que tirarse al mar a navegar por el gran océano, que puede aparentar calmo al momento de zarpar, pero muy complicado y estresante cuando las tempestades se avecinan.
La adrenalina que se siente al emprender no tiene igual. Ese fantástico cosquilleo que dice “lo logré” no tiene precio. Sigamos emprendiendo en Paraguay, creando, innovando, ¡¡pues sí, se puede!! Que las crisis sean oportunidad, y sepamos que siempre luego de una tormenta vendrá el sol y hará germinar nuestras aventuras emprendedoras. No nos cansemos, no nos rindamos que nuestro país precisa de muchos más emprendedores para crecer. Y nuestros compatriotas necesitan trabajar, y trabajar.
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