Salud inteligente


Publicado en: ULTIMA HORA
Publicado el: 10-07-23
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Por Antonio Espinoza, director del Club de Ejecutivos.

Uno de los recursos más valiosos que tiene el Paraguay son sus médicos. Con conocimientos ganados tras años de sacrificado estudio y con experiencia enriquecida con miles de casos tratados, son custodios de la salud de los habitantes.

Para aquellos médicos que trabajan en los servicios de salud estatal, sea en el servicio de salud pública, el seguro social o la cátedra universitaria, manejando todo tipo de carencias, quizás el recurso más escaso es el tiempo que poseen.  Tiempo aportando todos sus conocimientos, su experiencia y su calidez humana para tratar a los pacientes que utilizan esos servicios, la mayoría de ellos de sectores humildes de la población.

Madrugar y hacer cola es el síntoma clásico de la escasez en un país. Aquí, el calvario matutino no es para conseguir leche o pan, sino un turno para una consulta médica. La escasez es de tiempo de los médicos disponibles. Pero, ¿se utiliza de la manera más eficiente y provechosa este tiempo?

Los primeros pasos de una consulta generalmente son rutinarios: averiguar la causa de la consulta, preguntar sobre antecedentes, medicaciones, historial familiar. Todo este es importante, pero no buen uso del tiempo de un médico. La consulta generalmente desemboca en un pedido de estudios que una vez realizados requiere nuevamente madrugar para agendar otra consulta, ya con estos informes en mano, para un diagnóstico más preciso. Ahora sí, comienzan a tallar los conocimientos y la experiencia del médico.

¿Se puede mejorar la hasta ahora penosa experiencia del usuario de estos servicios? La revolución ocasionada por la aparición en el escenario informático de los modelos generativos de lenguaje, llámense ChatGPT, Bard y sus congéneres, esbozan una solución.

La tecnología de la inteligencia artificial no es nueva. La novedad está en el llamado gran modelo de lenguaje (LLM por sus siglas en inglés), que permite la conversación en lenguaje natural y corriente entre un humano y una computadora. Esta tecnología, acoplada a las cada vez mejores aplicaciones de reconocimiento de voz y generación de idioma hablado, permite vislumbrar una experiencia muy distinta para quien requiere realizar una consulta por una dolencia.

Ejercitemos la imaginación: El cliente (ya no paciente, la paciencia era antes) llama a un número y es atendido inmediatamente por una cordial voz, que comprende casi cualquier idioma del mundo, y después de un breve intercambio de saludos para identificar el acento y el idioma de quien llama, ya lo identifica por su número de teléfono y su voz, que están registrados en el sistema biométrico.

Luego le va haciendo preguntas, casi las mismas que le haría el médico, y consultando su vasta base de datos va deslindando y refinando posibles causas, generando órdenes de estudios que son transmitidas a los laboratorios, y agendando los turnos en los mismos para minimizar traslados y molestias. A su vez, los resultados son cargados automáticamente al sistema, que los analiza y en caso necesario ordena estudios complementarios. Cumplida esta etapa, genera una lista de posibles afecciones, y haciendo un triaje determinando la urgencia del caso, confirma la cita con el médico, quien recibe toda la información recabada, además de historiales de otros tratamientos anteriores que ya se encuentran en la base de datos.

Esto no es sueño, hoy es posible. La tecnología ya existe, y tenemos en el país los especialistas que pueden implementarla. Solo requiere de voluntad para priorizar y civilizar la calidad de la atención a nuestros ciudadanos a fin de brindarles esta nueva experiencia: el servicio de salud inteligente.

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