Por Gabriela Teasdale, socia del Club de Ejecutivos.
El mundial de fútbol masculino nos convoca cada cuatro años para hacernos partícipes de una mezcla de entusiasmo, algarabía, expectativa y sentimientos renovados de identidad. En especial, para los aficionados de las selecciones nacionales participantes. Es la primera copa mundial que se celebra en un país de Oriente Medio, en una muestra de inclusión que no estuvo exenta de polémica.
Los jugadores de Alemania se tomaron su habitual fotografía de equipo con la boca tapada, los de Irán no cantaron el himno nacional en su primer encuentro en señal de apoyo a las protestas en su país, al tiempo que otras manifestaciones tuvieron lugar en distintas partes del planeta. Entonces, algunos jugadores y entrenadores bajaron la pelota al piso al pedir que el foco estuviera puesto en lo que los había convocado: una competencia de fútbol que respete las reglas de ese deporte.
Lo demás, podía ser discutido en otros ámbitos, sin contaminar el verdadero propósito del evento. Y pienso que eso fue muy oportuno y necesario. A pesar de que estos encuentros ofrezcan un escenario propicio para poner de manifiesto inquietudes que pueden ser válidas, no se debe perder de vista su objetivo principal.
Y esto lo podemos trasladar a muchas situaciones de la vida cotidiana o acontecimientos locales. Es algo que solemos analizar con nuestra fundación cuando organizamos eventos de alcance nacional. Siempre existen ruidos que nos dificultan avanzar, discusiones que confunden, perspectivas que buscan echar por tierra un objetivo loable. Y ocurre también en la vida de cada persona, cuando nos trazamos una meta y el ruido a nuestro alrededor nos distrae, nos saca del foco y hasta nos paraliza. En estos casos, es bueno hacer una pausa, respirar y concentrarnos en lo verdaderamente importante, en lo que tenemos entre manos.
Siempre van a existir cuestionamientos, disputas, intereses contrapuestos. El camino hacia la cima es cuesta arriba y son muchas las dificultades que podemos encontrar. Pero solo concentrándonos podremos llegar al lugar que nos proponemos. Los ruidos a nuestro alrededor, las críticas, los tropiezos, los errores, siempre van a estar presentes, mas depende de nosotros dejarlos a un lado y avanzar hacia el objetivo.
Ojalá esta fiesta del fútbol culmine de la mejor manera y nos deje la enseñanza de que, como sociedades, podemos convocarnos, sea donde sea, para encontrar coincidencias en nuestras diferencias, aprender y respetar todas las culturas y celebrar lo que nos une. Al fin y al cabo, esta covivencia va a hacer de nuestro mundo un lugar más pacífico y armónico. Y el trofeo lo levantaremos entre todos.
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