Un nuevo amanecer


Publicado en: La Nación
Publicado el: 20-12-20
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Por Gabriela Teasdale, socia del Club de Ejecutivos.

Eran las 6:31 de la mañana en el Reino Unido cuando Margaret Keenan llegó en una silla de ruedas al Hospital Universitario de Coventry, una ciudad situada en el centro de Inglaterra, en medio de una multitud de reporteros de la prensa local e internacional.

La mujer de 90 años fue la primera persona en el mundo occidental en recibir la vacuna contra el Covid-19 fabricada por Pfizer/BioNTech. Y se convirtió en la esperanza de millones.

La imagen de Keenan, quien vestía una camiseta con un pingüino navideño y sonreía a las cámaras luego de recibir la inyección, marcó un nuevo amanecer en la lucha contra la pandemia de coronavirus. Renacía la esperanza en un mundo al que el 2020 golpeó con mucha fuerza.

A estas alturas nos puede parecer que la pandemia ha durado una eternidad. A medida que nos acercamos al final de este año, es fácil dejarse ganar por el hastío y la negatividad, y perder de vista o dejar de reconocer todas las enseñanzas que nos ha dejado esta situación tan dolorosa. Pero en todo este tiempo aprendimos muchas cosas. Aprendimos que somos frágiles, y que en cuestión de días todo puede cambiar a nuestro alrededor. Que no tenemos el control y que muchas veces debemos darle tiempo al tiempo. Aprendimos a respetar y adaptarnos a los procesos, cuando no tuvimos otra opción más que quedarnos en casa para protegernos. Usamos mascarilla, nos lavamos las manos todo el tiempo y nos distanciamos de las personas que más amamos, dejando de lado los besos y abrazos.

La vida nos desafió, nos empujó a ponernos en el lugar del otro sin importar quién era. Sentimos dolor cuando alguien partía, gozo y gratitud cuando otro salía vencedor. Esta crisis nos transformó en personas más generosas, ya que extendimos nuestras manos a aquellos que quedaron sin trabajo o tuvieron que cerrar su empresa. Nos volvimos pacientes porque todos estábamos atravesando por lo mismo. Supimos apreciar la labor de los maestros cuando nos sentamos a hacer las tareas con nuestros niños y agradecimos a los médicos que no bajaron la guardia y trabajaron desde el corazón. Aprendimos a tolerarnos y unirnos más que nunca como familia.

El 2020 nos sacó de nuestra zona de confort, nos costó y nos dolió mucho. Pero no hay luz sin oscuridad ni calma sin tormenta. Y la sensación que muchos tuvimos al ver la imagen de la señora inglesa recibiendo su dosis fue la de un haz de luz. Porque hemos pasado por mucho, debemos seguir esforzándonos para impedir que nuestras circunstancias definan el mañana. Tenemos la sabiduría y la fuerza suficientes para vivir mejores y nuevos amaneceres.

Que la luz que habita en cada uno de nosotros continúe multiplicándose y brillando con toda su intensidad. En este tiempo de espera, de reflexión y renacimiento, seamos capaces de seguir aprendiendo y agradeciendo por estar aquí y ahora. El sol volverá a salir y tendremos respuestas, porque la esperanza abunda.

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